¡Ay, la primavera en Almería! Esa época del año que todos esperamos con ansias, pero que este marzo ha decidido presentarse con un repertorio de lluvias digno de un monólogo cómico. A estas alturas, ya no sé si tengo más ganas de salir a pasear por el Paseo Marítimo o de montar una piscina en mi salón. ¡Qué locura!
Hace unos días, mientras intentaba esquivar charcos en la calle Real, me encontré con mi amiga Laura, quien llevaba un paraguas que parecía más una sombrilla de playa que un utensilio para protegerse de la lluvia. “Esto es Almería, no Londres”, le dije entre risas. Pero ella, empapada hasta los huesos, me contestó: “¿Y qué? ¡Si al final nos vamos a convertir en expertos en natación!” Y así, entre risas y chapoteos, nos dimos cuenta de que este marzo está marcando un récord histórico en precipitaciones. ¡Hasta los cactus están pidiendo un respiro!
Y claro, no puedo dejar de pensar en esas cuatro borrascas que han pasado como si fueran las estrellas fugaces del cielo almeriense. ¿Quién necesita meteorólogos cuando tenemos a nuestros abuelos contándonos historias sobre cómo antes llovía menos? Mi abuelo siempre dice: “La lluvia trae vida”. Claro, abuelo, pero también trae barro y mal humor. Aunque debo admitir que ver cómo florecen las flores después de tanta agua tiene su encanto.
Ahora, con el 'efecto Fujiwhara' acechando como un fantasma en la distancia (que yo aún no entiendo muy bien qué significa), me pregunto si deberíamos empezar a hacer planes para una fiesta bajo la lluvia. Porque aquí estamos acostumbrados a improvisar: ¿quién no ha hecho una barbacoa en medio de una tormenta? La última vez fue en casa de mis padres; mientras el viento azotaba las ventanas, nosotros disfrutábamos de unas chuletas y unas cervezas como si nada pasara. Eso sí que es espíritu almeriense.
Pero bueno, dicen que "nunca ha llovido que no escampase", y parece que la semana próxima el sol se asomará tímidamente entre las nubes. Así que estoy lista para desempolvar mis sandalias y salir corriendo hacia la playa. Porque aunque este marzo haya sido un verdadero diluvio universal (y eso sin contar las historias del ‘aguacero’ del 83), siempre hay espacio para disfrutar del buen tiempo almeriense.
Espero esa ansiada escapada al sol mientras sigo saltando charcos por las calles de Almería. Que venga lo que venga; al final, siempre encontramos la forma de reírnos y disfrutar de nuestra tierra, llueva o haga sol. ¡Viva la primavera y sus sorpresas!
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