En un punto intermedio entre lo bueno y lo malo, Pablo Ruiz, un almeriense de 33 años con un carácter bastante inconformista, reflexiona sobre la temporada. Al hablar de su equipo, no puede evitar sentir que “tanto a nivel deportivo como a nivel de resultados, no puedo estar contento con el rendimiento del equipo, al menos, no al 100%”. A pesar de eso, reconoce que la mayoría de los jugadores han hecho un esfuerzo increíble: “El equipo ha intentado pelear desde el ‘día uno’ hasta el último contra un montón de situaciones negativas: lesiones, procesos gripales y hasta cancelaciones de vuelos en algunos desplazamientos…”.
Resumiendo su experiencia, dice que “en general, ha sido un año extraño”, aunque también admite que “el equipo ha plasmado en pista el trabajo realizado durante la temporada”. En estos últimos partidos, han demostrado un nivel muy alto y han jugado realmente bien en ciertos momentos. Sin embargo, lamenta que les faltaron detalles en los partidos clave. Por eso siente que este balance es algo prematuro: “Si hubiéramos sabido rendir bien en determinados momentos, probablemente aún no lo estaríamos haciendo”. Así que se queda con un sabor agridulce, pero también con “un aprendizaje enorme” porque sabe que debe estar “satisfecho con el trabajo realizado”.
Reconocimiento y desafíos
Pablo agradece todo esto “a la gente que tengo alrededor y a los jugadores”, quienes han compensado las dificultades iniciales. Cuando asumió como primer entrenador, se encontró con una situación complicada: “Empezamos a construir con falta de tiempo, sabiendo que iba a ser un año difícil por lo corta que es la plantilla, pero con toda la ilusión del mundo”. El aprendizaje constante es algo que valora mucho: “Siempre parte de un camino que, con momentos malos, me ha hecho inmensamente feliz y me reafirma que soy un privilegiado por el trabajo que tengo”.
Entre los mejores momentos de la temporada, destaca “el cuarto de final de la Copa por el juego del equipo y la clasificación a semifinales”, así como los partidos contra Melilla y Teruel. También menciona cómo lograron darle la vuelta a situaciones complicadas en playoffs. Fuera de la pista, se lleva consigo las conexiones personales: “Lo que me llevo tiene que ver con personas, con mi cuerpo técnico y su trabajo incansable”.
Agradecimientos y futuro brillante
No se olvida del cariño recibido: “Tengo que agradecer el esfuerzo y la dedicación a todos los jugadores”, especialmente a los tres capitanes y Juanmi. Reconoce que todos pasaron por momentos difíciles pero siempre dieron un poco más cuando más se necesitaba.
Pablo también hace una mención especial para la afición del Moisés Ruiz: “No hay palabras suficientes para agradecer lo que hacen por nosotros cada vez que jugamos en casa”. Cree firmemente que tienen el mejor lugar en España para practicar este deporte. Su mensaje es claro: “Entre todos podemos hacer crecer nuestro deporte en Almería” y espera atraer a aficionados jóvenes al nuevo proyecto del club.
Un llamado al apoyo colectivo
Ruiz expresa su emoción por ser el entrenador de este club y llevar el nombre de su ciudad lo más alto posible: “Estoy muy agradecido al club por su confianza”. Aspira a hacer crecer Unicaja Costa de Almería durante muchos años más y devolver todo ese apoyo en la pista.
Finalmente, lanza un mensaje claro a las instituciones y al tejido productivo de Almería sobre la importancia del club: “Ojalá todas las instituciones se den cuenta del valor patrimonial del club para nuestra provincia”. Su deseo es volver a competir por títulos y representar a Almería en Europa porque Unicaja Costa de Almería es más y se merece más.
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