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El martes de todos los años
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(Foto: DALL·E ai art)

El martes de todos los años

Por Juan Torrijos Arribas
martes 15 de abril de 2025, 06:00h

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Todos los años nos acompaña la lluvia, a veces incluso hace salir a los ríos, en invierno aparece el frío, en verano pasamos calor. Todos los años igual. Llega la Navidad y nos abrazamos la familia, cuando lo hace el carnaval nos disfrazamos, intentamos vivir por unas horas fuera de lo que somos, y hasta cantamos coplillas normalmente contra los políticos, pero llega el día de hoy, martes, como hace todos los años, para algunos un martes más de los que nacen cuatro cada mes, para otros como cualquier de los más de cincuenta que aparecen cada año en el almanaque, pero el de hoy algunos saben que no es así, este no es un martes frío de enero, o más aún si es de febrero, cálido si es de primavera, ardiente si es de julio, o asfixiante si nos llega durante el mes de agosto. Este es el martes de abril, ese que nos anuncia la salida del Cristo del Perdón a las calles de la ciudad de Almería. Y lo pregona la ciudad con orgullo, y lo claman las gentes con el silencio más sonoro en nuestras calles, con los pasos más seguros sobre las aceras y el asfalto, cuando el tambor rompe su sonido para hacerse más humano ante los que siguen un cortejo, una figura, un hombre al que seguir en su ejemplo de vida y entrega: Este no es un martes más, este es el martes del Cristo del Perdón. Los Niños del Perdón.

Y el almeriense de todas las edades y barrios siente la necesidad de salir esta noche a las calles de la ciudad, y los de distintas ideologías se olvidan por unos horas de barreras, de enfrentamientos, para seguir en silencio el sonido roto de las pieles de los tambores que anuncian su paso, como hacen cada martes de primavera, por la gran historia que nos han venido contado nuestros mayores.

En el silencio de las personas que llenan las calles, ante la oscuridad que baña la noche, solo la luz de las llamas de los hachones prendidas, están iluminando el camino por donde pasa el Perdón ante los miles de almerienses que salen a vivir esos instantes, con pétalos de claveles en las manos, a ver y sentir durante unas horas la necesidad que todos tenemos que creer durante unas horas en la vida, aunque solo sea una vez al año, solo un martes de primavera, y durante tres horas en la noche, en lo que nos enseñan sus palabras, sus pasos, sus ejemplos olvidados durante tantos días al año y que uno, solo uno, nos hace despertar la sensación interior de que tenemos que cambiar.

A las diez de la noche lo veremos salir, unas horas más tardes, al filo de la una de la madrugada, tras horas de acompañarle en silencio por las calles de la ciudad, lo veremos despedirse hasta ese otro martes, que, dentro de casi un año, volverá a abrir las puertas del templo para dejarnos de nuevo la sensación de lo equivocados que estamos, y que el ejemplo de este día tendríamos que multiplicarlo por los de todo el año.

Feliz Martes del Perdón.