El primer trimestre de 2025 ya es historia y, como quien no quiere la cosa, empiezan a llegarnos las primeras notas del curso económico. Y la verdad, sin querer ser agoreros ni vestirnos de luto prematuro, el boletín de calificaciones de la economía almeriense no invita precisamente a tirar cohetes.
Afortunadamente, no estamos (todavía, crucemos los dedos) en aquella nube de optimismo irreal que nos vendió Rodríguez Zapatero con su famosa "Champions League" económica, justo antes de que la realidad nos diera un sopapo financiero de los que hacen época. Aquello fue un "aquí no pasa nada" seguido de un "sálvese quien pueda" de manual. La situación actual no es comparable, respiremos hondo. Pero una cosa es no estar al borde del precipicio y otra muy distinta es comulgar con ruedas de molino cuando los discursos suenan a fanfarria y los números a réquiem.
Y es que los datos que hemos ido dando a conocer estos días en Noticias de Almería, son para arquear la ceja (¡¡¡ZP otra vez!!!), como poco. La recaudación del Impuesto de Sociedades en nuestra provincia se ha desplomado un ¡600%! Sí, han leído bien. Seiscientos por ciento menos de lo que pagan las empresas por sus beneficios, es decir, han ganado menos o perdido más. Y lo más curioso (por no decir preocupante) es que este batacazo monumental contrasta fuertemente con las subidas registradas tanto en el conjunto de Andalucía como a nivel estatal. Mientras otros parecen remontar, aquí nos hemos pegado un resbalón de dos pares de narices.
Pero la cosa no queda ahí. Si miramos la recaudación general de Hacienda en Almería, el panorama tampoco mejora: una caída del 10%. De nuevo, en dirección opuesta a la media andaluza y estatal, que presentan incrementos. Parece que Almería va a contracorriente, y no precisamente hacia el lado bueno del río.
Y ahora viene lo mejor: todos estos números, que ya de por sí dan que pensar, se producen antes de que siquiera empecemos a sentir los posibles efectos de los famosos aranceles que el presidente estadounidense, Donald Trump, amenaza con imponer (o no, o a medias, según le dé en su particular baile del 'ahora sí, ahora no'). No olvidemos que Almería tiene una importante baza exportadora en la piedra natural hacia EE.UU., además de nuestras queridas hortalizas. Si estos datos ya son los que son sin que el "efecto Trump" haya entrado en juego (ni siquiera de forma preventiva en los mercados), ¿qué podemos esperar si finalmente se materializa esa amenaza?
La situación, siendo rigurosos pero sin perder el humor (un poco negro, quizás), es inquietante. Toca preguntarse seriamente qué está pasando. ¿Estamos asistiendo al inicio de un frenazo económico más serio de lo que parece en Almería? ¿O es que, de repente, ha surgido una epidemia de "alergia" masiva al pago del Impuesto de Sociedades entre nuestras empresas? Esto último, francamente, suena un poco a excusa pillada por los pelos, aunque nunca se sabe.
Lo que parece claro es que, más allá de los discursos autocomplacientes, alguien debería empezar a mirar estos números con lupa y a reflexionar sobre las causas reales de esta divergencia tan marcada. No vaya a ser que, mientras nos cuentan las maravillas del presente, estemos ignorando las señales de un futuro algo más complicado. No queremos volver a oír hablar de Champions League para despertar luego con resaca de crisis.