Las recientes elecciones europeas, con los pésimos resultados obtenidos por los grandes Partidos, han producido efectos inmediatos, especialmente en el Partido Socialista. El Secretario General, Sr. Pérez Rubalcaba, ha presentado la dimisión, decisión que quizás debió tomar tras la debacle de la Generales, e inmediatamente ha iniciado el procedimiento para elegir a su sucesor, a través de un Congreso Extraordinario. Como es lógico, y legítimo, en el PSOE han empezado a aflorar las ambiciones de aquellos que estarían en disposición de poder ser elegidos, pese a la dificultad que entraña dirigir este Partido, fragmentado y convulso, y es ahora, cuando comienzan a surgir los problemas. Hemos conocido que Doña Susana Díaz, ha renunciado a competir por el cargo, pese a ser, en este momento, el referente y principal baluarte del PSOE, tras los resultados de las europeas, que, sin ser brillantes, le han permitido ganar por nueve puntos de diferencia a su principal rival político, el PP, en Andalucía. Esta renuncia a competir, tiene más de estrategia y oportunismo interesado que de deseos de ayudar a su Partido a que vuelva a alcanzar, a nivel nacional, las cotas de poder que, hasta hace muy poco tiempo, le era característico, y unido a ello, la dificultad de garantizarse una victoria, tras el procedimiento elegido por la dirección, de elección por sufragio universal entre la militancia socialista, que, sin embargo, le hubiera sido más fácil en un Congreso con votación reservada solamente a los compromisarios. Esta candidatura fallida, ha empezado a dar posibilidades a otros candidatos que ya han comenzado a manifestarse públicamente, manifestaciones que sugieren ideas programáticas que, de ser llevadas a la práctica, pueden producir una gran inestabilidad, no sólo dentro del Partido Socialista, sino en la propia sociedad española, que valora de un modo importante la existencia de fuertes alternativas de Gobierno, moderadas y centradas, que garanticen la estabilidad a todos los niveles, incluidos los mercados. Ya pagamos suficientemente los españoles la bisoñez del Sr. Rodríguez Zapatero durante sus largos años de Gobierno. Mientras esto sucede, el Sr. Pérez Rubalcaba, ha demostrado su verdadera talla de hombre de Estado en relación con la abdicación del Rey, poniendo orden, primero en las filas de su Partido, a la hora de votar afirmativamente, con leves excepciones, y luego, manteniendo su compromiso con la Constitución y la democracia, como ha venido haciendo el PSOE desde 1978, rompiendo cualquier intento de rebeldía, sobre Monarquía o República que, por otra parte, no era objeto del debate parlamentario. La abdicación era un derecho y una posición personal del Rey y, por ello, nadie podía tener legitimidad para impedírselo. El comportamiento responsable del Sr. Pérez Rubalcaba ha puesto de manifiesto que, en las grandes cuestiones de Estado, siempre se le va a encontrar, cuestión que no puede asegurarse con los candidatos que se postulan. Por todo ello, y como valor seguro en el respeto a la Constitución y la democracia, sería deseable que los socialistas rescataran para el servicio a la nación, al Sr. Pérez Rubalcaba.
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