Fue la provincia de Almería una de la que avaló con más fuerza a Pedro Sánchez en su carrera hacia la candidatura de las Primarias, y ahora ha sido también una de las que porcentualmente más votos les ha dado para convertirse desde la noche del domingo en el nuevo secretario general del PSOE federal.
Sánchez representa en gran medida una renovación, pero está por ver en qué sentido. Y es que llegar a la conclusión de que el Gobierno socialista de Andalucía es ejemplo de algo positivo (¿incumplimiento de sentencias por nepotismo, ineficaz lucha contra el paro, corrupción de saqueo de fondos contra el desempleo?) es un peaje demasiado alto para poder presentarse como algo realmente nuevo.
Sánchez lo tiene todo por demostrar, como le pasó al fallido José Luis Rodríguez Zapatero, pero se espera que al menos haya aprendido la lección y no cometa sus mismos errores, ni tan siquiera a la hora de la renovación.
Zapatero se creyó lo de la renovación, y ya vimos que dejó el partido hecho un solar, y cuando luego quiso rectificar, a lo más que llegó fue a reivindicar a algunos dirigentes históricos y nada más. Le pasó con Bono, con Jáuregui, o con el propio Rubalcaba.
En Almería Martín Soler era la renovación frente a los dinosaurios de Nono Amate, pero éstos resistieron agazapados y bien remunerados -en algún caso- hasta ver la caída de quien quiso fulminarlos. Luego llegó José Luis Sánchez Teruel, otra vez la renovación, pero en este ocasión respaldada tanto por quienes buscaban lo que Soler no supo o no quiso o no le dejaron (esto último sería raro porque tuvo todo el poder) hacer, como por los defenestrados por éste.
Eso habría sido una mayoría muy amplia, amplísima, para que Sánchez Teruel pudiera haber logrado la unidad y la dirección única, pero no ha sido así. Y es que no es nada fácil. Así, Almería se ha volcado con Pedro Sánchez, algo que el propio secretario general se puede apuntar a su favor de cara a la jefa sevillana, pero eso no evita que la división siga a nivel local.
Fernando Martínez, secretario de los socialistas de la capital, ha logrado el doble de delegados que la lista alternativa que se le presentó inspirada por la dirección provincial. Casi triplicó en votos a la otra opción, dejando claro que se ha hecho fuerte, que es de lo que se trataba, de demostrar que para cualquier decisión hay que contar con él y con los suyos. Con unas elecciones municipales a la vuelta de la esquina es obvio que es un mensaje claro para la elección de candidato a la alcaldía de la capital.
Con los dos presuntos candidatos -Joaquín Jiménez y Juan Carlos Pérez Navas- puestos de perfil, es posible que se esté fraguando la tercera opción, la de la renovación. Pero la renovación no siempre tiene que ser algo positivo si quien la protagoniza es incapaz de tener el pulso firme en la toma de decisiones. Y también hay que tener en cuenta que la renovación no pueden ser solo caras, que hay que tener un proyecto nuevo, que no sólo sea “ilusionante” si no que sea realista y adaptado a la nueva situación del país.
El PSOE de Almería ya no se puede renovar más porque el propio Sánchez Teruel era esa renovación construida sobre la renovación que fue Martín Soler, de ahí que quienes representan las épocas anteriores tengan tanta fuerza interna nuevamente. Por eso lo que les falta ahora es el proyecto. Como a Pedro Sánchez.
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