Los pactos
domingo 07 de diciembre de 2014, 10:52h
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Cada vez que se acercan unas elecciones, independientemente del ámbito que se trate, reaparece el tema de los posibles Pactos.
Formalmente, ningún Partido que tenga expectativas de gobernar, confiesa abiertamente su voluntad de llegar a posibles acuerdos previamente a las elecciones, pero una vez abiertas las urnas y hecho el recuento de las papeletas, es evidente que la situación cambia, negociando de inmediato aquellas fuerzas políticas que ó bien por los programas ó bien por intereses comunes pueden llegar a encontrarse, y siempre con el horizonte legítimo de la gobernabilidad y la estabilidad.
En esta ocasión y en este momento, todo parece distinto. La aparición en las encuestas de una formación emergente tan “sui generis” como Podemos, parece haber alterado los comportamientos habituales, en aras de un pragmatismo que, en ocasiones complejas, es necesario adoptar.
La vocación de los Partidos mayoritarios es la de gobernar solos, cosa que en España ha sucedido muy pocas veces desde la llegada de la Democracia, puesto que sólo con mayorías absolutas o a través de una identificación absoluta entre grupos afines, es posible enfrentarse a situaciones difíciles, como las que en este momento atraviesa España, en donde nuevas fuerzas políticas aspiran a remover y renovar todo, incluida la Constitución e incluso nuestra forma de Gobierno.
Ante esta realidad, el PP ha sondeado públicamente, quizás también en privado, al PSOE sobre la posibilidad de un Pacto postelectoral, seguramente necesario, tal y como señalan las encuestas en estos momentos.
Públicamente también, el PSOE ha manifestado ya su negativa a cualquier tipo de Pacto global, aunque no descartaría acuerdos sobre temas concretos y puntuales.
Si esto fuera realmente así y los resultados electorales, en cualquiera de los comicios a celebrar, pero sobre todo tras las elecciones generales, se planteara un problema de gobernabilidad, estaríamos asistiendo a un gravísimo ejercicio de irresponsabilidad, aunque esa situación fuese auspiciada por la voluntad popular mayoritaria que así lo quisiera. Se demostraría entonces, la escasa visión de Estado de unos y otros, quedando el país a merced de programas políticos visionarios, de imposible cumplimiento y origen de pésimas incertidumbres para todos.
El ejemplo alemán, reiteradamente repetido en varias Legislaturas, de Pacto entre cristiano-demócratas y social-democracia, demuestra que es posible la convivencia entre fuerzas distintas, sobre la base de programas de gobierno consensuados, pero garantizando siempre la gobernabilidad y la estabilidad.
Es verdad que no todo lo que viene de fuera hay que copiarlo, ni necesariamente ha de ser lo mejor, pero en una coyuntura como la que anuncia las encuestas, los Pactos entre fuerzas que garanticen estabilidad se hacen especialmente necesarios. Al tiempo.
Médico y ex alcalde de Almería por el PP
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