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placas solares en mitad de un campo, estilo minimalista
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placas solares en mitad de un campo, estilo minimalista (Foto: DALL·E ai art)

Multa a Greenpeace

Por Juan Torrijos Arribas
martes 01 de abril de 2025, 06:00h

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Los medios llamados de información en España, no todos como se pueden imaginar, ya estamos acostumbrados a ello, nos contaban hace unos días la multa impuesta a un grupo ecologista, concretamente a Greenpeace, por una cantidad de más de seiscientos (600) millones de euros, por lo que la sentencia dictada llama: “incitación violenta contra un oleoducto”. Incitar a la violencia es un delito, de ahí la sentencia y la multa, y los que los llevan a cabo son, en este caso parece evidente tras el pronunciamiento judicial: unos delincuentes. Apúntense el dato.

Pues en manos de esta gente, incitadora a la violencia, está el futuro agrario de nuestros campos, el agua de nuestros invernaderos, el pesquero de nuestra flota, el ganadero, el aviar, nuestra vacas, el turístico de nuestros hoteles, el de nuestros pantanos y presas, el combustible de nuestros vehículos, y algún otro que se queda entre las teclas del ordenador, como sería el paisaje que nos están destrozando con su aplauso con molinos y placas solares. En Lucainena de las Torres, uno de los pueblos más bonitos de nuestra provincia, se levantan voces contra las placas solares, pero miren por donde, las que se oyen no son las de estos chicos ecologistas. ¿No les resulta algo extraño? Se quejan de todo, pero de las placas solares que ensucian el paisaje de este hermoso pueblo, no. ¿Por qué será?

Los chicos del barco se han convertido en el mayor grupo de presión dentro de los gobiernos de medio mundo. Sean estos de izquierdas, de derechas o de medio pelo, como el nuestro, que no sabemos si es de derechas, de izquierdas o racista con los catalanes de Junts y los Sabinos del Pnv. No olvide a los chicos de Bildu que estos días han pisado moqueta en Moncloa, y que tiene algunos condenados por cantar a favor del terrorismo de Eta. Para ellos son las grandes subvenciones, y acuden allí donde al gobierno de turno le interesa, abren la ventana de Overton y a manipular todo lo que les interesa. Es triste decirlo, pero estamos en manos de gente que vive de nuestros impuestos, y que se dedican a blanquear todo aquello que le interesa al poder de turno, en este caso a los grandes líderes financieros mundiales, empeñados en tener una población no solo controlada: más bien aborregada, silenciada.

La sentencia contra el grupo ecologista nos descubre una realidad presente en el trabajo de estos grupos, pero que no estaba o no queríamos reconocer. Hoy sabemos que estamos ante un grupo que ha sido condenado por incitar a la violencia, y eso, lo mire usted con el cristal que le dé la gana, no deja de ser un delito, y los que lo cometen se convierten en unos delincuentes, por mucho pedigrí ecologista que le podamos añadir a la salsa.

Cuando el asalto y la pintada que hicieron estos jóvenes al hotel El Algarrobico en Carboneras ya se dijo que era un acto violento. En aquella ocasión la justicia no lo vio así, y dejó libres e inocentes a los que intervinieron y asaltaron violentamente un edificio del que no eran propietarios. Un juez no encontró delito en aquel acto contra el hotel, son las cosas de la justicia, o de los “Pumpido” de turno.