Ya lo dijimos la noche electoral. La posición de Susana Díaz se debilita poco a poco en el panorama andaluz perdiendo sistemáticamente votos y posiciones respecto a elecciones anteriores. Por eso, tiene interés el editorial de El Mundo de Andalucía de hoy, que lo refleja con precisión: "El PSOE andaluz mostró el domingo, una vez más, la firme consistencia de la trama clientelista en que se asienta el ‘régimen’ autonómico. Ganó las elecciones generales, aunque con unos números que, con toda seguridad, habrán supuesto un frenazo, al menos de momento, a la previsible estrategia de Susana Díaz de hacerse con el control de su partido a nivel nacional. Es verdad que la situación en que ha quedado Sánchez tras obtener el resultado más bajo de la historia de ese partido, permitirá a la presidenta de la Junta mantener su objetivo aunque sea aplazándolo, pero la endeblez de su nuevo triunfo –con Extremadura, Andalucía ha sido la única autonomía en que ganó el PSOE– forzará, muy probablemente, a aplazar el salto a Madrid concediéndole a Sánchez una dudosa prórroga.
Un solo escaño de diferencia con el PP constituye un buen resultado para su presidente, Juan Manuel Moreno, que consigue recortar distancias en un panorama –todo debe tenerse en cuenta– muy distinto al que ha perdurado casi treinta y cinco años, despejando así, ya veremos con qué consecuencias, la incógnita que arrastraba desde su llegada a la comunidad. Moreno es desde el domingo un político más fuerte y su equipo sugiere una vehemente sensación de ánimo que le permitirá mantener el viejo objetivo de convertirse en primera fuerza regional a pesar de los cambios registrados.
No puede achacarse el insuficiente resultado obtenido por Podemos, tercera fuerza, más que a la solidez que mantiene el partido hegemónico, aferrado a su vasta clientela que le permite seguir siendo el bastión de un PSOE en caída libre. El votante andaluz ha seguido prefiriendo un caballo seguro por conocido en este hipódromo en el que, en cualquier caso, la realidad política ya no es la misma tras la llegada de formaciones novísimas que, como Podemos, han obtenido un resultado robusto en el conjunto español. Y, si se tienen en cuenta las expectativas generadas, Ciudadanos ha pagado el precio de su pacto con Díaz, acaso porque la opinión pública, saturada por el espectáculo de la corrupción, no podía tragar el incómodo bocado de ver a un partido que se reclama regenerador sirviendo de paje a una Junta cercada por los ‘casos’ de fraude.
En medio del caos nacional, la política andaluza queda también tocada a pesar del éxito del PSOE, pero en manos de una presidenta frenada en seco por los números y con un rival fortalecido por su innegable recuperación, a pesar de haber perdido en el envite nada menos que 150.000 votos. Nada es previsible tras este apagón del bipartidismo ni siquiera en Andalucía donde desde ahora Díaz sabe que habrá de vérselas con un adversario al alza y más dependiente que nunca de C’s, su sostén y lazarillo en esta difícil legislatura.