Pablo Requena | Lunes 27 de junio de 2016
“No me importa en qué lío se meta Maradona; es mi amigo y es una gran persona”, canta Calamaro al icónico futbolista argentino, reconvertido con el tiempo en drogadicto y en compadre de dictadores y golpistas latinoamericanos. Ahora, en ese mismo verso, cambien la palabra Maradona por Rajoy, y quizá así se expliquen la nueva victoria electoral –y subiendo, oiga– del PP de la Gúrtel, Bárcenas, Rato, Valencia, Aquamed, el plasma, y el sursum corda.
¿Cómo es posible tal hazaña con la que está cayendo?, nos preguntamos muchos. Difícil de responder en cualquier país civilizado. En Españístán, no tanto. Y con una oposición como la española (el PSOE de los ERES y Zapatero, el C´s que pacta con ese mismo PSOE, el Podemos comunista-socialdemócrata-o estas son mis ideas pero si no te gustan tengo otras), todavía más sencillo de entender. Al resto de partidos marginales que no ven más allá de sus narices, ni mentarlos.
Veo mucho cabreo entre los que, obviamente, no han votado al PP. Argumentan que si España es un país de borregos, que si somos masocas, que aquí no cabe un tonto más… Curiosamente, es algo similar a lo que se susurra en nuestra tierra cada vez que el PSOE gana la Junta de Andalucía sin importar el colosal paro, el retraso en educación y sanidad, los impagos por doquier, o los fondos de reptiles y los susodichos ERES durante más de tres décadas.
Ojo: estoy completamente de acuerdo con eso de que en este nuestro país hay más tontos que botellines, que ya es decir. Y no lo digo –sólo– por los resultados electorales. Miren qué programas tienen más audiencia en TV, quiénes venden más ‘libros’, quiénes copan los ‘éxitos’ musicales, qué webs son las más visitadas, qué ‘películas’ son las más aplaudidas, o incluso cuánta mierda hay en las playas, montañas y en las calles de su barrio. Vamos, que andamos lejos de ser escandinavos.
Aunque, siendo honesto, desde que resido en Inglaterra –tras un periplo como autónomo en España que no le deseo ni a mi peor enemigo– he comprobado que eso del borreguismo electoral no es un problema exclusivamente español. Razón: el célebre Brexit británico, del que ya se arrepienten algunos de sus más insignes defensores. Y hay más: el imparable ascenso en EE.UU de un cipote integral como Donald Trump, sin olvidar que también tenemos a LePen en Francia, a los neonazis por tierras austriacas, a los populistas en Grecia, y cómo no, al ‘hijo de Putin’ ruso. Y si nos vamos a Sudamérica, que si Maduro, Morales, Correa, los Castro o los ahora denostados Kichner.
Que sí; que abundan los borregos y que tenemos lo que nos merecemos. Como diría aquél, los ignorantes son muchos más que los documentados, y por ende, la mayoría casi nunca tiene razón. De hecho, la mayoría votó a Hitler o aplaudió hasta la extenuación a Stalin. El voto del que jamás se ha leído un libro o siquiera un periódico vale igual que cualquier otro. Así que nada: a disfrutar de lo votado mientras yo perfecciono mi inglés para evitar regresar al país donde en institutos y universidades se elige para delegado al más tonto de la clase por aquello de echarse unas risas, o donde escogemos al Chiquilicuatre para Eurovisión o al presidente de la nación por esa misma razón. Somos unos cachondos; borregos, pero cachondos, y entre eso y que no parece importarnos en qué líos se metan nuestros políticos, tenemos lo que tenemos. ¡A disfrutarlo, paisanos! Y sobre todo, ¡sed fuertes!
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