Bueno… tú… y yo, claro, porque quien no va a pagar el nuevo impuesto a la banca del que ha dejado inflar un globo sonda el Gobierno de Pedro Sánchez, es la banca. Hasta ahí podíamos llegar.
De entrada siempre hay que desconfiar de quienes dan soluciones simples a problemas complejos, y si esas soluciones ya se te habían ocurrido a ti –o a mi- sin ser experto en la materia, no dudes en alarmarte si quien la propone dice ser un experto, porque no lo es. Si tú, o yo, hemos llegado a la misma conclusión que un especialista, sin serlo, es evidente que de eso tiene muy poco.
Se deja caer que habrá un “impuesto a la banca”, un impuesto que grabará de modo específico esta actividad y sus beneficios, como si no existiesen otras actividades con beneficios muy superiores, pero claro, es que la banca es la banca, es que la banca es la que tiene los billetes en una enorme caja fuerte en la que el Tío Gilito se da chapuzones, mientras unos señores gordos, con sombreros de copa y puro en la boca, amasan monedas.
¿Pero quién va a pagar el impuesto a la banca? Pues nosotros, los de siempre. En realidad se trata de eso. El Gobierno no quiere mancharse subiéndonos los impuestos sabiendo que dentro de poco habrá elecciones, asi que lo hace de modo indirecto. Graba a los bancos, y éstos crearán nuevas comisiones por sus servicios, otros dejarán de prestarlos “gratis” (nada es gratis), eliminarán las cuentas corrientes remuneradas, reducirán los intereses… y de este modo, seremos nosotros quienes costeemos el impuesto contra el malvado banquero, que seguirá como siempre, ganando mucho.
Algo parecido va a ocurrir con la reducción del IVA a los productos de higiene femenina, que es algo que nadie puede entender que no se hubiera hecho desde el mismo día en que se implantó este impuesto. ¿Alguien piensa que serán más baratas las compresas y los tampones? No, ni mucho menos, sencillamente los vendedores y fabricantes ganarán más. La cuenta es muy simple, si reduces 17 puntos de IVA, el producto reduce su PVP en tres, y lo demás es un aumento de beneficio. ¡Pero qué bueno es el Gobierno!
Lo mismo podemos decir del combustible. Según la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, la del falso currículo (no se preocupen, como no es del PP no tiene que dimitir por ello), aumentar los impuestos en el gasoil no tendría una intención recaudadora sino disuasora ya que éste combustible es más contaminante que la gasolina (no es verdad, depende de qué elemento midas). La pregunta es por qué no reduce los impuestos de la gasolina en vez de aumentar los del gasoil, si es que es cierto que no se busca aumentar la recaudación y sí potenciar el uso de la gasolina.
El timo con los coches no queda ahí, ya que lo último de lo último es apostar por el coche eléctrico, en la idea de que la electricidad es una energía limpia. ¿Y no será que es el lobby de las eléctricas el que presiona para hacerse con el jugoso mercado automovilístico?
Lo digo porque la electricidad la obtenemos de las centrales nucleares, pero también del petróleo, y una pequeña parte de las renovables. Si aumentamos el consumo eléctrico, tendremos que aumentar los residuos nucleares y la producción de petróleo, porque por mucho que se incrementen las renovables, no darán para tanta demanda.
Son estos solo algunos ejemplos de que la demagogia impositiva no conoce límites. Nosotros, la ciudadanía, somos y seremos quienes más impuestos pagamos, de un modo u otro, y lo único que busca el Gobierno de turno es que no lo notemos, que no sepamos que son ellos los que recaudan. Cada uno envuelve las subidas con un celofán de distinto color, pero el regalito, ese es siempre el mismo.