Si Adriana Valverde, la portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Almería, calificaba de “teatrillo” la negociación de los presupuestos municipales porque el PP “nunca” acepta sus propuestas ni las de Izquierda Unida, y “siempre” logra la abstención o el voto favorable de Ciudadanos, el acuerdo entre el PSOE y Podemos para los Presupuestos Generales del Estado no lo es menos.
El primer acto de la “obrilla” ha sido el protagonizado por Pablo Iglesias afirmando que casi estaba cerrado el pacto, pero claro, Pedro Sánchez advierte que eso aparenta que han tragado a la primera con las exigencias de Podemos, por lo que le envía una propuesta diferente a la hablada, lo que sorprende a los morados. Pero todo era una mentirijilla, porque mientras Podemos decía que no podía aceptar eso, el PSOE reiteraba que estaba casi cerrado, y el motivo es que estaban dispuestos a volver a lo acordado inicialmente sin problemas. Todo era cuestión de quién tenía que ponerse la medalla.
El segundo acto lo hemos visto cuando han firmado un documento que, sorprendentemente, no lo hacen el grupo parlamentario de Podemos y el del PSOE, sino Podemos y el Gobierno de España (aparecen esos logos, no los de los partidos), lo que es inaudito y democráticamente infumable. El acuerdo tiene que hacerse entre los grupos parlamentarios, que son los que votarán el proyecto en el Congreso.
Pero este segundo acto no se comprendería sin el final que ya cabe aventurar, y que no es otro que el adelanto electoral de las Generales.
En primer lugar Sánchez logra mostrar ante los votantes de izquierdas que es capaz de asumir los postulados de Podemos, por lo que le roba el programa electoral a esta formación.
Lo cierto es que los datos que conocemos son alarmantes por irracionales (los autores no han saben de economía ni esas "dos tardes" con las que Jordi Sevilla iba a instruir a Zapatero), y cabe pensar que Sánchez no sea un suicida (o bueno, si quiere que se suicide políticamente, pero no cometa un homicidio político con el Estado), y que en su estrategia para no ejecutarlos se encuentra la de no contar con el apoyo de otros grupos parlamentarios –cabe destacar los avisos de los catalanistas entre otros- y del mismo modo cuenta con la posibilidad del bloqueo desde el Senado que puede hacer el Partido Popular, y que en última instancia la Unión Europea se los puede devolver al Gobierno, con lo que todo volvería a la casilla inicial.
Sin presupuestos, el Gobierno podrá estirar la legislatura con los prorrogados del PP hasta el momento en que considere que más le interesa convocar las elecciones, a las que el PSOE se presentara como el gran líder de toda la izquierda, ya que como hemos indicado, podrá exhibir que firma unos presupuestos que hasta Unidos Podemos está dispuesto a apoyar.
¿Y si Sánchez, que llegó a la presidencia sin esperárselo ni él, viera aprobados los PGE, de modo también sorprendente? Pues nada. Es válido todo lo dicho con anterioridad, se reforzará como referente de toda la izquierda, incluso de la más radical, pero ahí el riesgo todo lo que tenga que ceder ante los independentistas y que se volverá en su contra (¿qué pasará con el voto socialista andaluz o el extremeño, o el castellano?). Por eso le interesa que eso no llegue a producirse.
Por cierto… que a los autónomos nos acaban de dar un buen golpe… la subida del salario mínimo interprofesional lleva aparejado una subida en la cotización a la Seguridad Social, en concreto, la “broma” va a suponer unos 420 euros más al año sobre la cuota que pagamos. Gracias Pedro. Gracias Pablo.