Opinión

Andalucía bajo el PSOE

Javier G. Pulido | Viernes 16 de noviembre de 2018




Tras la aprobación del Estatuto de Carmona y el acceso del PSOE a la Junta de Andalucía, la lucha autonomista deja de actuar como horizonte político unificador de las preocupaciones del pueblo andaluz. Surgen aquí a la superficie las barreras objetivas que suponen la gran extensión de nuestro país, su desvertebración económica, la escasa concentración obrera industrial, la amplitud del paro estructural...

El PSOE va a utilizar la Junta y su red municipal para dificultar la acción reivindicativa de los movimientos de masas y su convergencia; para extender el clientelismo y la corrupción, generalizándolos hasta convertirlos en elementos de sostén social básico de su política.

El proyecto del PSOE en Andalucía tiene dos ejes interrelacionados:

I. Afianzar su presencia institucional y social con el objeto de hacer de Andalucía una base estable para su proyección partidaria a escala estatal. Identificado con un programa de modernización político económica del Estado burgués español, la socialdemocracia pugnará por imponer en Andalucía la nueva identidad española que propugna. Esto busca dos objetivos:

a. Combatir y desactivar una identidad andaluza que ligada a la lucha popular asume elementos de contestación política y cultural frente al Estado.
b. Utilizar esa integración, que asimila la personalidad andaluza dentro de la identidad española modernizada, como arma arrojadiza frente a otras luchas de Liberación Nacional en el Estado, dificultando la solidaridad con ellas y fortaleciendo así la estabilidad del Estado burgués español.

II. Actualizar el papel subordinado de Andalucía sin cuestionar sus fundamentos. Al defender una política de intensificación productiva agraria y de desarrollo del sector terciario asentado en la especulación urbanística y el crecimiento turístico, el PSOE conecta con los intereses de las franjas más dinámicas de la burguesía andaluza. Actúa en consonancia con los propósitos de la burguesía española en su conjunto y de los imperialismos europeos cara a la entrada en el Mercado Común.

12.
Al instalarse casi simultáneamente en la Junta de Andalucía (Mayo) y en el Gobierno español (octubre, 1982) el PSOE pierde todo interés en continuar enarbolando la careta regionalista; abandona prontamente la política de gestos haciendo dimitir a Rafael Escuredo –su más cualificado impulsor- sustituyéndolo por Pepote Rodríguez de la Borbolla.

El PSOE elabora su proyecto andaluz a partir de una identificación plena con el Estado de las Autonomías como mecanismo político integrador y desactivador de los conflictos nacionales y de las luchas contra la opresión nacional. En Andalucía, cuenta a su favor con tres factores interrelacionados:


1. El bajo nivel de definición nacional alcanzado en el ascenso anterior;
2. la debilidad electoral y la ambigüedad nacional del proyecto regionalista populista que encarna el Andalucismo;
3. La reducida fuerza social de los sectores nacionales consecuentes.

El proceso que le da la Junta implica además en el terreno nacional un cambio de actitud social sobre la relación entre Andalucía y el Gobierno español. Si en la etapa precedente la mayoría del pueblo andaluz entiende ésta en términos de reivindicación, de rebeldía frente a la opresión específica que sufre, ahora aguarda la concesión progresiva de sus demandas. La Junta de Andalucía es vista cada vez menos como un instrumento propio de progreso y presión.

La socialdemocracia actuará desde esta realidad potenciándola; devaluando el alcance político de las instituciones autonómicas, conseguirá que su existencia en lugar de actuar como un factor a favor del incremento de la conciencia nacional, funcione como elemento de bloqueo e integración. Más aún, su reducción a un papel casi administrativo favorecerá el resurgimiento de localismos.

La Junta de Andalucía acomete la rebaja sistemática del uso y tratamiento de los símbolos andaluces primando por el contrario a la bandera rojigualda y a la Marcha Real. La presencia exclusiva de la bandera verdiblanca y el Himno andaluz quedará reducida a las movilizaciones populares.

De común acuerdo con las restantes fuerzas del sistema, la Junta de Andalucía abandona la conmemoración del día 4 de Diciembre como Día Nacional de Andalucía, sustituyéndola por el 28 de Febrero. De esta manera, expresa su distanciamiento a una fecha como el 4-D. Esta está unida a una movilización masiva en la calle. A una afirmación de identidad andaluza concretada en la acción y no en las urnas, a un asesinato policial –el de García Caparros, aún hoy impune-, al requerimiento popular preconstitucional de Poder Andaluz, Tierra, Trabajo y Libertad.

13.
El proyecto del PSOE en el terreno nacional no se limita sólo al aspecto estrictamente político. En lo cultural, actúa también bajo la idea de favorecer la integración a la identidad española, o lo que es lo mismo, de impedir la consolidación y progresión de los elementos de definición nacional surgidos anteriormente. Además, en el caso de Andalucía –y por el papel histórico ya descrito- no olvida que la afirmación de la singularidad cultural nacional socava la fachada ideológica y cultural del reaccionario proyecto nacional español: construida en buena parte sobre la negación-apropiación histórica de la identidad andaluza.

En este frente juega a su favor la peculiaridad de la opresión cultural andaluza, no asentada fundamentalmente en la imposición lingüística –aunque el habla andaluza haya sido habitual motivo de ridiculización- sino en la manipulación ideológica. Esto dificulta enormemente la resistencia cultural al ligarla estrechamente a la conciencia política nacional.

Así, a través de la Consejería de Cultura, las concejalías municipales, las Universidades, etc, el PSOE actuará en el sentido de marginalizar primero y eliminar después cualquier expresión de contestación cultural nacional.

El PSOE recupera el núcleo de la tradicional caracterización españolista que presenta a los fenómenos culturales andaluces como elementos vertebradores e imagen exportable de la "esencia española": literatos (Lorca...); fiestas populares (Semana Santa...); bailes (formación del Ballet Nacional Español –sic-). Se identifica así con la postura clásica de la burguesía andaluza.

La nueva aportación socialdemócrata al proyecto español –la "apología de la modernidad"- añadirá en Andalucía al viejo discurso, una envoltura de cosmopolitismo asentado en la venta ideológica de la integración a Europa.

Si de un lado la cultura e historia andaluzas se mantienen ocultas o deformadas en la enseñanza, apareciendo todo lo más como rasgos anecdóticos a añadir a la interpretación españolista de siempre (la "Reconquista"; "los moros...") sin constituir nunca eje de la formación cívica de la infancia y juventud andaluzas; de otro se promueve y participa de forma entusiasta en las conmemoraciones –de rancio sentido reaccionario y militar- de las Tomas de las grandes ciudades andaluzas por los ejércitos de los reyes castellanos.

La Expo 92 y la celebración del V Centenario de la conquista de América y el genocidio indoamericano, constituyen un buen exponente-resumen de los métodos y objetivos del PSOE. Toma a Andalucía como base para desarrollar un esfuerzo de legitimación de la explotación colonial española y por extensión de la acción presuntamente benéfica de las intervenciones imperialistas. La Expo es un acto de afirmación españolista, de exaltación de la Conquista y la “unidad de España” (Granada, 1492).

14.
La intervención sobre la realidad agraria ocupa un lugar preferente en la plasmación del proyecto global del PSOE. Esto deriva de la importancia del porcentaje de población ocupada en el agro –26,7% en 1981- y que éste sea mayor contribuyente andaluz (23%) al PIB estatal, entre otras razones. Por otro lado, el éxito de su línea de modernización implica obligadamente y de forma combinada, el incremento de las inversiones y la productividad agraria y la desactivación de los movimientos de lucha que puedan dificultarla.

Actúan además factores políticos generales: la paralización del movimiento jornalero asegura a la socialdemocracia el clima social necesario para desarrollar sus propósitos teniendo en cuenta el papel de vanguardia jugado por dicho movimiento en la lucha social y nacional del pueblo andaluz.

Para actuar contra él, el PSOE va a desarrollar entre 1982 y 1984-85 las siguientes medidas:

*Elabora una "Ley de Reforma Agraria Andaluza" que crea confusión sobre sus intenciones y le permite ganar tiempo. Esa Ley se reduce a una propuesta de fomento de la productividad acompañada por mecanismos de arrendamiento temporal del uso de la tierra. Se atiene escrupulosamente a los límites establecidos por UCD en su Ley de Fincas Manifiestamente Mejorables. Además aparece encorsetada por la legalidad constitucional y estatutaria que prohíbe al Gobierno andaluz la posibilidad de imponer una legislación de expropiación propia, quedando esta competencia en manos del Gobierno español.

*Sustituye el sistema del Empleo Comunitario por el Subsidio Rural-PER. Este último se concede individualmente, teniendo en cuenta el número de peonadas firmadas por los patrones. Ata pues a la gente jornalera a la benevolencia de cada patrón, presionando a la baja los convenios, que se tienden a incumplir. Al ser más vital la firma que el jornal, el trabajo se convierte en instrumento para recibir el subsidio, con lo que prácticamente desaparecen las luchas en las temporadas tradicionales. Además, la extendida necesidad de completar las firmas con peonadas de los ayuntamientos, revierte en extensión clientelar del PSOE que es quien, a través de las diputaciones que controla, distribuye las partidas que hacen posible esas peonadas.

Si con el Comunitario era usual la lucha colectiva para conseguir un mejor reparto de fondos entre los diversos pueblos –teniendo en cuenta que eran arbitrariamente distribuidos desde los gobiernos civiles- , ahora esto desaparece, desintegrándose la organización sindical y promoviéndose el sometimiento a la fuerza que controla las instituciones de forma hegemónica: el PSOE. No hay que olvidar, sin embargo, que el Comunitario preestablece las condiciones sociales sobre las que se instala el Subsidio: clientelismo local, desvío de la lucha del enfrentamiento con los patrones y por la Tierra a la demanda de remesas, etc.

*Ejercita un acoso represivo sobre los sectores radicales que se oponen a esta política (SOC, algunas uniones locales de CCOO). La represión se practica no sólo sobre los sectores políticos; también sobre los únicos medios efectivos de lucha que tiene el proletariado rural en las zonas tradicionales: ocupaciones de fincas, cortes de carretera, huelgas generales con apoyo municipal...

Esta actuación permite a la Junta de Andalucía:

- Dificultar la renovación del combate jornalero y la recomposición del movimiento obrero del campo.

- Obtener la simpatía –no por callada menos real- de los sectores más esclarecidos de la burguesía agraria que puede sobreexplotar tanto en los cultivos tradicionales como los nuevos intensivos, sin temor a resistencias.

-Consolidar un clima social de atomización, pasividad y sometimiento que revierte sobre el proletariado urbano andaluz, favoreciendo el conservadurismo, el corporativismo...

- Ganar a través del Subsidio –primer ingreso estable, por reducido que sea, de múltiples trabajadores/as del campo- una base social sustancialmente más extensa; sobre todo donde existe una red minifundista paralela que asegura y extiende su percepción.

15.
La integración en la OTAN –punto básico del proyecto estatal del PSOE- se plasma en Andalucía en una potenciación extrema de las bases yanquis. Rota se afianza como fondeadero a la VI Flota de los EEUU, aumentando su dotación en tropas y medios.Morón consolida sus funciones y aún recibe parte del material de guerra que EEUU traslada de otras bases del Estado español. Gibraltar continúa como punto de apoyo de la Armada británica y de la OTAN. La Junta de Andalucía asiste muda –colaborando por omisión- ante esta militarización imperialista del territorio andaluz, que no sólo pone en peligro la seguridad de la población por el grado de nuclearización que encierra, sino que además supone un claro desprecio a la Soberanía Nacional del pueblo andaluz.

Por otro lado, la Junta de Andalucía acepta impotente –según establecen Constitución y Estatuto- que la basura radioactiva de todo el Estado se acumule en el cementerio nuclear de El Cabril.

Simultáneamente progresa la desertización. Su apoyo a la hostelería salvaje y al productivismo agrario (insecticidas...) implican la perpetración de agresiones ecológicas constantes como las que sufre el Coto Doñana.

Tolera el mantenimiento impune de focos contaminantes de alta toxicidad (Polo de Huelva). Fomenta la ocupación y explotación de zonas de alto valor ecológico comoSierra Nevada y tutela agresiones de envergadura al urbanismo popular.

16.
El proyecto del PSOE para Andalucía consiste en dirigir un proceso de modernización capitalista, manteniendo su tradicional situación subordinada dentro de la economía española. El PSOE es consciente de la nula entidad actual de una serie de mecanismos que se pusieron en practica durante la etapa desarrollista de los años 60 para atenuar las tensiones sociales y reacondicionar la economía andaluza (exportación masiva de mano de obra, polos de desarrollo...).

Así –y partiendo de una subalternidad que no pretende destruir- el PSOE conecta con los sectores más dinámicos de la burguesía andaluza interesados en el desarrollo de las ramas que aparecen como más competitivas de la economía andaluza: la agricultura y el turismo. Su potenciación le pretende asegurar una mejora relativa en el concierto general de la burguesía española, teniendo en cuenta como esta ha planteado su ingreso en el Mercado Común. Así pues, el proyecto económico del PSOE responde a los intereses generales de la burguesía andaluza.

Sin embargo, este proyecto no deja de tener problemas. De un lado encuentra dificultades sensibles para liquidar definitivamente el superávit de fuerza de trabajo ligada a la agricultura que sigue residiendo en pueblos y ciudades, lo que no deja de constituir un elemento de presión social a medio plazo.

Por otro lado, no es posible generalizar a toda Andalucía la política agroexportadora basada en las nuevas ramas de la agricultura intensiva(fresas, frutas, hortalizas, flores,...) no sólo por razones geográficas sino, fundamentalmente, porque esto saturaría los mercados europeos y entraría en contradicción con el frágil equilibrio sobre el que se asienta la Política Agraria Común de la CEE. Esta, por contra, tiende a favorecer la reducción de la producción de una serie de productos básicos (cereales, lácteos, aceites, vid...) subvencionando incluso el abandono de tierras. Simultáneamente, esta integración crea peligros de quiebra para sectores del pequeño campesinado.

A la vez se ha generalizado en las ciudades el empleo precario (Plan Andalucía Joven...) y la economía sumergida (con un peso particular del tráfico de drogas...); factores que actúan sobre una realidad previamente desprovista de tejido industrial, concretándose todo ello en una tasa de desempleo sustancialmente superior a la media estatal que afecta especialmente a las mujeres y a la juventud.

En resumen, la política del PSOE en Andalucía, tanto en el campo como en la ciudad, ha favorecido una situación que dificulta la unidad y resistencia obreras pero que, por otro lado, tampoco le asegura estabilidad social.

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