La cirugía refractiva comprende una sucesión de técnicas quirúrgicas que persiguen tratar ciertos problemas oculares; eliminando los defectos refractivos más comunes o minimizando los mismos. Lo más habitual es que estemos hablando de una operación para tratar ciertos trastornos como hipermetropía, miopía o astigmatismo.
Hay determinadas técnicas que se pueden aplicar, pero las más avanzadas son las técnicas láser (Cirugía refractiva láser) con técnica Lasik o técnicas de superficie de tipo PRK/Lasek)
Si quieres saber todo sobre cirugía refractiva, te recomendamos que sigas leyendo:
Cómo ya hemos comentado, el objetivo principal de la cirugía es corregir ciertos defectos refractivos, eliminando o disminuyendo la necesidad que tiene cada paciente de utilizar gafas.
Dentro de la cirugía refractiva nos encontramos con avanzadas técnicas que se emplean para tratar ciertas patologías, como miopía, hipermetropía, astigmatismo, vista cansada, etc.
Dentro de la oftalmología, esta cirugía se puede llevar a cabo siguiendo las técnicas que vamos a detallar:
Esto dependerá de cada paciente, del estado en el que se encuentre, y de sus necesidades.
Lo cierto es que este ámbito ha evolucionado mucho en los últimos años; se trata de un tipo de cirugía personalizada en el que se debe hacer un estudio inicial exhaustivo.
Habrá que tener en cuenta la edad, el nº de dioptrías, si se padece de vista cansada, las especificaciones de cada ojo, el grosor de la córnea, el tamaño de la pupila…
Durante la primera consulta relacionada con la operación, habrá una entrevista clínica que tendrá por objetivo conocer las motivaciones del paciente que se quiere operar. También se estudiarán sus antecedentes, su historial médico, si toma algún tipo de medicación, etc.
Entonces empezarán las pruebas oculares: A través de las mismas se medirá la agudeza visual, se harán pruebas para conocer el estado de la córnea (mediante técnicas de paquimetría corneal y topografía, etc.
Estas pruebas no son invasivas, son fáciles de hacer, sencillas y no entrañan ningún tipo de riesgos para el ojo del paciente. La recopilación de esta información será clave para saber cómo proceder a partir de este punto.
Hay algunas causas que indican que una persona podría no ser candidata para la cirugía refractiva. La más común es que su graduado no sea estable durante un periodo mínimo de un año.
También puede ser que, tal y como hemos comentado, la técnica de láser no se pueda aplicar en base a la morfología de la córnea.
Otros factores, como la presencia de un glaucoma avanzado o problemas de retina pueden ser indicativos que alerten al oftalmólogo de hacer la operación.
Existe un límite de dioptrías para poder acceder a una de estas operaciones de cirugías refractiva, y suele estar entre las 10-12 dioptrías para los miopes, así como de 5 para los hipermétropes (no hay límites para los que padecen de astigmatismo). Ahora bien, estos límites podrían variar en base a las particularidades de cada persona.
La cirugía refractiva suele ser muy rápida: no requiere de preparación previa y tan solo durará unos minutos. A los 30 minutos de la misma, tras algo de reposo y de una primera revisión por parte del profesional, el paciente podrá marcharse a pie.
La anestesia que se suele utilizar es tópica (a base de gotas) y no produce ningún tipo de dolor (es posible que se presenten algunas molestias, pero similares a las que puede causar una mota de polvo o algo de presión aplicada en el ojo).
Si quieres más información, no dudes en ponerte en contacto con una clínica especializada.