“Ahora vienen a por mi, pero es demasiado tarde”
Bertold Brech
Lo confieso, no soy español. No es porque yo no quiera, es que un señor de Murcia ha dicho que allí ponen belén y árbol, “porque somos españoles”, y que por eso mismo les gusta la caza y los toros… “y al que no le guste, que se aguante”.
Tenemos que agradecer que, de momento, solo nos pide que nos aguantemos, no que nos vayamos.
Pero bueno, me consuela saber que no estoy solo. Se da la circunstancia de que el tan español Teodoro García Egea, ha dejado fuera al 60% de la población de las “muy españolas” ciudades de Ceuta y Melilla, que tampoco considera español Gibraltar, ni a los 70.000 andaluces que votaron a PACMA o a los casi 300.000 que lo hicieron en las Generales de 2016, (5.000 menos que Vox en las autonómicas).
En su visión excluyente y reduccionista, la españolidad es algo negado a los ateos, agnósticos, musulmanes, judíos, budistas… y por supuesto a todas las llamadas sectas del cristianismo, porque para ser español hay que ser “católico, apostólico y romano”.
Y es que se empieza así, haciendo seguidismo de Vox, y se acaba como se acaba, que ya lo hemos visto en la historia.
Primero se niega derechos a los inmigrantes ilegales por ser ilegales, y se olvida que son seres humanos y que como mínimo le son de aplicación los Derechos Humanos. Pero bueno.
Luego se imponen copagos a los inmigrantes legales, aunque coticen a la Seguridad Social y paguen los mismos impuestos. Se les manda a centros de salud distintos, para que no saturen aquellos a los que van los españoles, y con los colegios se hace igual, unos diferentes, para que no se mezclen con nuestros hijos, que son más listos y huelen mejor.
Por supuesto que a todos ellos hay que negarles el derecho a votar, que al fin y al cabo, por muchos años que lleven aquí, por mucho que tengan la nacionalidad española... no son españoles de verdad.
Y quienes tampoco pueden tener condición de españoles son los homosexuales. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Ser maricón y español es incompatible, como todo el mundo sabe, porque los niños tiene pene y las niñas tienen vulva. Que a un buen español le gustan las mujeres y el vino, por lo tanto también dejamos fuera a los abstemios, porque un buen español bebe incluso si tiene que conducir, como defiende José María Aznar.
No se me olvida que los partidos políticos de izquierda han sido letales para España… por ejemplo, nos metieron en la OTAN y en la Unión Europea… así que tampoco se les puede considerar españoles auténticos. Y ahí habría que incluir a los republicanos –aunque bueno, a los falangistas todavía se les puede dar un voto de confianza- que se niegan a responder al hermoso grito de ¡Viva el Rey!
Y no, de ninguna manera pueden ser considerados españoles todos aquellos políticos que han formado parte de parlamentos autonómicos, porque ellos han contribuido a la desmembración de la patria. Ahí hay que incluir a esa derecha blandita, por lo que los del PP son parte del mismo problema... que tampoco son buenos españoles, que no abolieron el divorcio ni el aborto.
Y si eres español, a hablar en español… por más que la Constitución diga que el idioma de España es el castellano. El catalán, el euskera y el gallego prohibidos, y los andaluces ¡a hablar bien, que no se nos entiende!
Así se va reduciendo, hasta que un día, te das cuenta de que el chiste, la broma en lo alto de aquella tarima, se ha convertido en algo serio, y tú también estás en la picota.
Así se va reduciendo España a mero concepto, y cada vez más gente se queda fuera. Pero no es nuevo, el próximo año se cumple un siglo del Manifiesto de Córdoba que empezaba diciendo “Sentimos llegar la hora suprema en que habrá de consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España”, una España “vieja” que no era otra cosa que el reduccionismo, la homogeneización, el castellanocentrismo, la cruz, el imperio… una España en la que solo se puede ser español de una manera exclusiva y excluyente.
Será entonces una España de la que muchos quieren marcharse, y a la que nadie quiera venir. Con su belén, su árbol, sus toros y sus cazadores. Quizá, sin españoles.