Un almeriense ha sido el involuntario protagonista de la polémica suscitada en Granada en el transcurso de los actos conmemorativos de la llamada Toma el 2 de Enero. Como cada año, un grupo de andaluces reunidos en la Plataforma Contra el 2 de Enero, había convocado una protesta contra esta fiesta, solicitando que se recupere en su lugar otra en memoria de Mariana Pineda, que representa los valores de liberdad y la democracia.
Los hechos se produjeron cuando se dispuso a desplegar una bandera andaluza sin ningún tipo de mensaje ni anagrama, en la valla de seguridad que rodeaba la Plaza del Carmen, donde está el Ayuntamiento desde cuyo balcón principal se tremola el pendón de Castilla en un acto recuperado por el franquismo. En ese momento uno de los agentes de Policía Nacional le dijo que estaba prohibido hacerlo, a lo que éste argumentó que era una bandera constitucional y que no tenía ninguna simbología más allá de ser la que recoge el Estatuto de Andalucía y representar a todos los andaluces. El policía le insistió en que tenía órdenes de que ahí no se pusiera nada.
Lo cierto es que, tal y como se quejaba este almeriense que acudió a este evento para mostrar su oposición a una celebración carente de rigor histórico y que ensalza la destrucción del esplendor cultural, económico y social, del último bastion andalusí, tal como recuerda Federico García Lorca, la Policía Nacional sí permitió que la enseña de española se pusiera justo donde se estaba diciendo que no podía colocarse la andaluza, y además, que a su lado se colocara la de Hogar Social Madrid, una entidad xenófoba y racista.
La única respuesta del agente ante ese hecho fue que él estaba en ese lado del perímetro, no en el otro, por lo que él se limitaba a su zona.