Opinión

Muy fan de Baltasar

Rafael M. Martos | Domingo 06 de enero de 2019


Pues sí, me declaro muy fan de Baltasar… que quieren que les diga, el “rey negro” siempre ha sido mi favorito, y en Almería, donde su corona luce una luna en cuarto creciente y una estrella, más todavía.

Pero de verdad, lo del Rey Baltasar de este año ha sido todo un ejemplo, y estoy convencido de que será insuperable, porque pocas veces se ha podido ver alguien tan entusiasmado con la labor encomendada de repartir ilusión –de eso se trata en definitiva- entre niños y mayores. Y con todos lo logró.

Este Rey, que guardaba gran similitud física con el traductor de la Oficina de Extranjería de la Comisaría Nacional de Policía, Sidiyaya Konate, fue todo un espectáculo en si mismo, y en el mejor sentido de la expresión. Bastaba verle llegar a lomos del camello (¿o habría que decir a joroba?) a la Plaza de la Constitución animando con palmas a los numerosos almerienses que acudieron a verles en el balcón principal del Ayuntamiento al que volvían después de 15 años en otros emplazamientos por las eternas obras de la Casa Consistorial.

Pero luego –y esto solo podía verse estando delante o por Interalmeria TV- chocaba las manos de sus dos compañeros, y hasta del alcalde, Ramón Fernandez Pacheco, como si fueran colegas de toda la vida, y los abrazos lo mismo. En sus ojos se veía más que la emoción de ser Rey, la de ser niño.

En el balcón tampoco defraudó, y su mensaje fue claro y directo a la chiquillería. Les dijo que hay que estudiar –lo repitió una y otra vez- para poder tener futuro y no tener que dejar tu país. No hablaba de oídas, y eso se le notaba en el tono de la voz.

Luego, ya recorriendo las calles de la ciudad, Baltasar no cesó ni un momento de incitar más que al aplauso, a la alegría, una alegría que como ha reflejado la prensa en general y los comentarios de la ciudadanía almeriense, se impuso, y no olvidaremos nunca esa energía rebosante.

Ojala el próximo año vuelvan los Reyes Magos a Almería, a toda Andalucía, a pesar de ser extranjeros y llegar sin pasaporte ni permiso de trabajo, a pesar de que uno sea negro, otro asiático y solo uno europeo, aunque ninguno fuera católico –estaba por inventar-, aunque en la Biblia no ponga que eran tres ni sus nombres, ni tan siquiera que fueran reyes.

Pero es que no sé, cuando alguien que dice ser cristiano y católico luego quiere levantar muros que no dejarían pasar a los Magos de Oriente, o trataría como okupas a José y María en Belén aunque ella estuviera embarazadísima… la verdad, uno encuentra pocas razones para sentir empatía con ellos.

Eso sí, con este Baltasar… hasta me pensaría dejar de ser republicano.

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