Entrevistas

Manuel Ruiz: "Almería fue el eje de una estrategia de la derecha destinada a parar la autonomía andaluza"

Jueves 28 de febrero de 2019
El doctor en Historia Contemporánea y último premio de la Fundación Blas Infante, así como socio fundador del Centro de Estudios Históricos de Andalucía, analiza el papel que jugó Almería el 28F

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El 28 de Febrero, Día Institucional de Andalucía, sigue, a día de hoy, convertido en una especie de enigma histórico, por mucho que en su momento el PSOE-A le diera el rango que le arrebató al hasta entonces Día de Andalucía, que era el 4 de Diciembre.

Y si en el conjunto andaluz ocurre así, en Almería resulta especialmente lacerante que a día de hoy haya quien siga sosteniendo que esta provincia votó no en el referéndum, o que lo que ésta dijo fue que no quería estar en Andalucía. Ambas cosas son falsas, y la historia está ahí.

Una de las personas que más saben de todo aquello es Manuel Ruiz Romero, profesor de EGB y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Pablo de Olavide con la calificación cum laude por unanimidad, cuya tesis: La génesis del Estatuto de Autonomía para Andalucía en el contexto de la Transición política (1975-1982), dirigida por el catedrático Dr. Manuel González de Molina fue becada dos años por el Congreso de los Diputados, premiada y publicada por el Instituto Andaluz para la Administración Pública (IAAP) de la Junta de Andalucía en el año 2005. Su Memoria de Suficiencia Investigadora en la Universidad de Sevilla obtiene la calificación de sobresaliente y ha sido editada: Política y Administración Pública en el Primer Gobierno Preautonómico de Andalucía.

Y por resumir su currículo, se puede añadir que es obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados (DEA) en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED con una nota media de notable, y realiza su tesis doctoral en Periodismo dentro de la Universidad de Sevilla bajo la dirección del catedrático en Comunicación Dr. Ramón Reig: La llegada de la democracia en la prensa del Movimiento. El caso de La Voz del Sur en Jerez de la Frontera.

Cuenta en su haber con un accésit y cuatro primeros premios de investigación, supera la treintena de libros editados, y posee una veintena de capítulos en obras colectivas. Ha publicado casi un centenar de artículos y comunicaciones en distintos congresos científicos nacionales e internacionales, así como en diferentes revistas nacionales de historia y comunicación. Por sus investigaciones, ha recibido además del antes citado reconocimiento del Instituto Andaluz para la Administración Pública, primeros premios en Historia de la Fundación Blas Infante y del Ateneo de Sevilla, siendo su libro “El bulo sobre del complot de Tablada” el último premiado.

Comenzó sus investigaciones estudiando los antecedentes autonómicos de Andalucía, línea de investigación que prolongó hasta el presente con su tesis doctoral. Es un investigador pionero y especialista en nuestra Comunidad en los estudios sobre la Transición y el llamado tardofranquismo. Sus trabajos están centrados en dichas etapas de la Historia Contemporánea y en la II República, realizando un estrecho seguimiento del protagonismo que los medios de comunicación tienen siempre y, en particular, en el singular periodo de la restauración democrática. Con el Centro de Estudios Andaluces de la Junta de Andalucía ha publicado el primer repertorio bibliográfico sobre la Transición y sobre los medios de comunicación en nuestra Comunidad.

Por tanto un experto conocedor de la materia, y conocedor por tanto de qué ocurrió en aquella fecha que hoy celebramos, pero también en las anteriores y posteriores, hasta la resolución del bloqueo autonómico.


¿Qué importancia tiene el 28F en la historia de Andalucía?

A lo largo de nuestra historia han existido hechos, personajes y reivindicaciones que bajo el sobrenombre de Andalucismo Histórico. Desde la Constitución de Antequera en 1883, las Asambleas de Ronda y Córdoba en 1918 y 1919, el intento pro autonomista cercenado violentamente por el golpe militar inconstitucional del 18 de julio… unas y otras han representado un diagnóstico de la realidad andaluza, unos ideales socio políticos y un intento por impulsar un nuevo modelo territorial plurinacional de Estado desde Andalucía.

La insurrección militar de 1936 no sólo representó una brutal represión sobre personas e ideales (al propio Blas Infante), sino que en términos políticos cercena nuestra trayectoria hacia una probable autonomía de no haber existido ese golpe contra la República. Posiblemente, culminado un mapa de Estado en términos muy parecidos al que tenemos hoy.

En la medida que Andalucía se quedó, como quien dice en puertas y no votó su estatuto, no pudo acogerse a la Disposición constitucional que, reconociendo aquellos hechos de los años treinta, le otorgaba un estatuto de nacionalidad histórica a los tres territorios conocidos. De alguna forma se legalizaba lo que pasó en el periodo republicano como manifestación de una voluntad popular autonomista que, ahora, a la llegada de la Transición Andalucía debía demostrar.

Por eso, ante una Constitución concebida para tres y el resto de autogobiernos diseñados como una mera descentralización administrativa, Andalucía rompe ese modelo y aboga por un procedimiento tortuoso y lleno de duras exigencias, a resulta de lo cual es la única que accede ese club de nacionalidades y lo que es tan importante también superando ese plan, de alguna forma se obliga al bipartidismo de entonces a buscar soluciones. Tal es el problema de Estado que representa el caso andaluz que UCD y PSOE pacta a partir de su ejemplo una racionalización de procesos todos por la vía del artículo 143. Todo aquellos hechos ya forman parte de nuestra Historia y por tanto, también del Andalucismo Histórico.

En términos institucionales celebramos el Día institucional de Andalucía en recuerdo de una fecha donde tiene lugar el referéndum para la ratificación popular de la posibilidad de una autonomía a través de la vía del artículo 151 de la Constitución. Lo instituye el Consejo de Gobierno ya autonómico con Escuredo en una de sus primeras decisiones una vez concreta el calendario de días laborales y festivos de la Comunidad. No obstante, a mí me gusta decir que esta fecha es un cumpleaños y el 4D el santo, si me permites el símil. Aquel 28F fue un dos de mayo. Imposible su compresión sin el 4D.


¿Qué se votaba el 28F y cuáles fueron las condiciones del referéndum?

La pregunta iba referida al modo de acceso al proceso autonómico, si una vía u otra. El discurso oficial de la Junta durante tantos años ha venido machacando y haciendo creer una consigna que no es cierta. El 28F no se votó y se conquistó la autonomía. Es un intento por simplificar las cosas de acuerdo a los intereses del partido que más ha gobernado la Junta. Se ha eliminado por un lado el empuje de las movilizaciones populares que hubo antes y después de esa fecha… y por supuesto, las iniciativas parlamentarias que desbloquearon el procedimiento del artículo 151 por la vía del “interés nacional” (aspecto sólo mencionado en el 144).

Con la Ley de referéndums en la mano la consulta se pierde al ser condición obligatoria superarla en todas y cada una de las provincias por la mayoría afirmativa del censo; no por mayoría simple de votos afirmativos, ni tampoco mediante una valoración de resultados global para todo el territorio. En realidad, la trampa, representaba que hubiese ocho referéndums.

Es cierto que la constitución mandataba dicha cuestión (art. 151.2.5) y esto ya es un dato que entorpecía objetivamente a aquellos pueblos que quisiesen alcanzar un estatus de comunidad histórica que era reconocido con cierto automatismo a quienes habían plebiscitado durante la II República sus estatutos. Sin embargo, no es menos cierto que dichas estrictas exigencias del tan cacareado “consenso constitucional” pudieran haberse matizados. Ese fue el sentido de dos enmiendas que tanto el Grupo Parlamentario Comunista como el Grupo Andalucista hicieron durante la redacción de la Ley: si alguna provincia no superase dicho listón, el resto pudiera seguir el procedimiento y repetirse la consulta en la provincia descolgada pasado cinco años. Las advertencias de ambos fueron desoídas por el bipartidismo de la Transición (PSOE y UCD), de manera que yo percibo que aquello fue ya un ensayo de los pactos autonómicos que vendrían entre dichos grupos para reconvertir los procedimientos autonómicos por el 143 a partir de lo que vive Andalucía. Un dejar entreabierta una puerta para pillarte el pie. Por eso ni los Andalucistas ni los comunistas votaron afirmativamente esa Ley sabían lo mucho que se jugaba Andalucía. Y la Historia les dio la razón.

Somos la única Comunidad que utiliza el 151 y alcanza por méritos propios un status de nacionalidad histórica. Esto forma parte hoy de nuestro patrimonio constitucional de forma que, si durante la transición se reconoció lo que había sucedido durante la República, al día de hoy y de cara al futuro, cuando se abra un nuevo periodo constituyente o se reforme la Carta Magna en su título VIII, lo cual espero que sea muy pronto y para bien, esa conquista debe ser muy tenida en cuenta. Es irrenunciable.



¿Qué votó Almería?

Es justo señalar los problemas de censo que existieron en toda Andalucía pero particularmente en Almería. Lo cierto es que los síes fueron diez veces más que los noes, y que faltaron escasamente 20.000 votos afirmativos para cumplir con las leoninas exigencias del referéndum, por lo que objetivamente eso no sería sustanciales para marginar a la provincia, ni para derivar la reivindicación de una autonomía plena en el conjunto andaluz.

Siendo críticos con las formaciones de izquierda, y lo digo sólo como mera intuición, habría que valorar hasta qué punto la campaña fue unitaria y coordinada, si bien es cierto que no recibiría de los ayuntamientos de izquierda el mismo apoyo en recursos que en otras provincias. Entiendo que se hizo lo que pudo aunque no está ni estudiado ni demostrado y, sobre todo, muy condicionado por lo que voy a decir.

Sería bueno -digo- estudiar este aspecto y recordar también, en paralelo qué boicot hubo bajo una pretendida neutralidad de las instituciones: cómo el Gobierno Civil de Almería anuló destinar una partida económica del municipio de su capital para apoyar la campaña de la Junta de Andalucía tal y como reza en el Boletín Informativo de dicho Cabildo (núm. 48). El grupo de Investigación de Historia Presente de la UAL está aportando como vanguardia andaluza que es en temas de transición en Andalucía, y el poder local resultó un contrapunto a los ingentes aparatos del Estado centrista.

Almería votó por una autonomía plena igual que el resto de provincias hermanas. Por una autonomía como herramienta para cambiar su realidad depauperada. En 1980 las transformaciones de todo tipo que implicaba la llegada de la democracia, aún ni se llegaban a intuir y es cierto que estamos ante un territorio con unos indicadores socio-económicos escasamente distantes de los del periodo franquista.

Ante los resultados, la Junta andaluza y los partidos del sí se volcaron en actos con la provincia. Había un sentimiento de desamparo tanto como de rabia pero una cosa estaba clara: la identificación de Almería con el proceso autonómico era paralela a la denuncia del cúmulo de irregularidades que existieron. Nada más que hay que recordar cómo los fallecidos aún constaban en el censo. Existió pues una clara intención para no marginar o discriminar a Almería por causa del resultado. De hecho, la solución consensuada que se alcanza finalmente en octubre de 1980, pasa por la firma de sus parlamentarios en Cortes.

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Tras aquellos resultados, y clave para lo que luego hicieron los parlamentarios, los almerienses serían convocados para dejar "bien claro" que Almería «está por Andalucía (...) vía 151». Un acto para el que también se anunciaba la asistencia de «los alcaldes de las ocho capitales andaluzas» el 23 de marzo de 1980, Acudieron según la prensa diez mil personas en defensa del 151.

Para evitar posible agravios hacia Almería, los grupos del "sí" realizaron gestos hacia la misma emitiendo comunicados concretos o reuniendo allí sus ejecutivas orgánicas. En paralelo, estas fuerzas pro 151 convocan en Almería manifestaciones y respaldos municipales al 151, en un intento por subrayar su carácter andaluz de la población almeriense identificándolo como autonomista y denunciando las actitudes obstruccionistas del Gobierno Civil.

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Entonces, ¿a qué se debió que la provincia no lograra superar la barrera establecida?

Verdaderamente el centrismo lo tenía relativamente fácil. Me explico. Incidiendo sobre una provincia sabía que iba a condicionar al resto. Almería era el territorio con más implantación centrista y conservadora y de menos representación de las fuerzas de izquierda (PCE, PSA y PSOE, entre otros). Era la provincia con más emigración. Unos deslazamientos migratorios que, entonces, no se concebían como asentamientos definitivos en el nuevo lugar de llegada y, en gran parte de los casos, no significa por eso mismo, cambios en el censo contemplando dichos desplazamientos. Un tiempo en donde los padrones municipales, con sus altas y bajas correspondientes, tampoco estaban desde un punto de vista administrativo muy al día ni de forma exhaustiva. Pensemos que los primero ayuntamientos democráticos se habían constituido un año antes. Cabe recordar, que no se veía entonces por allí la desconexión andaluz de la TVE (Telesur) y, que sí se recepcionaba en cambio, las programaciones de radios y televisión de carácter estatal con la posición abstencionista del centrismo. Desmovilizando una provincia, incidiendo especialmente sobre ella, se condicionaba a las otra siete. Incluso, no hay que olvidar que mientras muchos municipios dinamizaron a través de colectivos vecinales a la ciudadanía, en Almería no ocurre eso con tanta intensidad en la medida que UCD dominaba el panorama local y presidía la Diputación.

Lo que sí me llama la atención es que durante esas fechas nadie en Almería argumentó la posibilidad de romper la unidad territorial de Andalucía y dibujar dos mapas del territorio. Como tampoco fue esgrimida la propuesta de incorporarse a la uniprovincial Murcia. La ruptura de Andalucía bajo al cacareado recurso al simplón anti sevillano siempre ha venido de la mano de sectores de extrema derecha, involucionistas y reaccionarios. Otra cosa es que la Junta de Andalucía no haya puesto énfasis en su gestión a la hora de sensibilizar sobre ese sentimiento de pertenencia común y cuando han existido problemas con la Junta se le hayan vinculado a Sevilla. Algo, por otra parte, carente de sentido.

¿Entonces qué papel jugó Almería en ese tablero?

Almería fue el eje de una estrategia de la derecha destinada a parar la autonomía andaluza. Como he señalado, la derecha tenía una mayor presencia en las instituciones almerienses mediante la Diputación, lo que unido a las condiciones que he mencionado antes de tipo mediático, migratorio, de dispersión geográfica… la convertía en la clave de una estrategia perversa. Según las condiciones del referéndum, si una provincia no pasaba la exigencia, toda Andalucía se quedaba sin autonomía, y lo que hicieron fue usar todo ese entramado, toda esa fuerza institucional, para ahogar a Almería y así parar a toda Andalucía. De hecho incluso cuando el Ayuntamiento de la capital aprueba una partida económica para apoyar la campaña de la Junta de Andalucía, el Gobierno Civil, se la para. Es decir, que a pesar de las condiciones del referéndum, el Gobierno sabía que podía perderlo, así que optó por presionar a la más débil. Lo que no se esperaban es que el resultado fuera tan favorable al sí que resultara indiscutible que Almería estaba en la línea del resto de sus hermanas.

¿Guarda alguna vivencia personal de cuando se produjo el referéndum?

Días previos a aquella fecha desde Magisterio en Sevilla como estudiante tirábamos panfletos pidiendo el voto afirmativo desde el techo de la Facultad. Recuerdo que un par de personas en varias motos recorrimos la ciudad portando banderas que al paso con la velocidad era saludada por la gente. Cada uno hizo lo que pudo a la hora de poner su granito de arena. Obvio que voté un sí como una casa. Es más, aquella noche fui uno de los que asistió al centro de recogida de votos en el Casino de la Exposición de Sevilla, con su famosa pizarra y el rotulador a la que se iban aportando datos. Cuanta carga emocional y energía había en la medida que se iban superando los resultados. Las radios apuntaron la noticia de que la consulta se perdía en varias provincias… fue entonces cuando brotaron muchas lágrimas y gritamos eso de “fuera de las Cortes parlamentarios andaluces”. Haber vivido esa noche nadie me lo quita. Lo tengo a gala en mi memoria muy grabado.


¿Qué hubiese pasado si no llega a desbloquearse la situación? ¿el resultado de Almería era algo que solo afectaba a Almería, o su suerte era la de toda Andalucía y viceversa?

Es bueno recordar que tras el 28F Junta y partidos políticos del sí se vuelcan por Almería en una doble dirección: entender que Andalucía no tiene sentido sin una de sus hijas y, ratificar la victoria política y moral que significan los resultados pese al esfuerzo de un gobierno que convocó una consulta para que nadie fuese a votar. Es justo recordar que todas las iniciativas parlamentarias que existieron en el Congreso nunca dejaron atrás a Almería: todo lo contrario. Más bien, apuntaron, si cabe un poco tarde, las perversas medidas que la Constitución marcaba, destaparon el pastel de un Estado de las Autonomías, pusieron en evidencia la complicidad de las élites del bipartidismo PSOE-UCD ante el modelo territorial y, finalmente, mediante un amplio consenso, aportaron una solución política que integraba por la vía del “interés nacional” (cuestión sólo reseñaba den el art. 144) a Almería, sustituyendo los resultados del referéndum por la solicitud de sus parlamentarios. Así se hace. Nadie planteó por inconcebible una autonomía de 7 provincias. Nadie.


Lo cierto es que en Almería hay una cierta sensación de orfandad porque la administración autonómica no la ha tratado bien. Usted es gaditano y se mueve mucho por Andalucía y conoce también esta provincia, así que puede valorar si en Almería tenemos motivos para quejarnos, o si esta sensación se percibe también en otros territorios pero vivimos ensimismados en nuestras provincias y no nos enteramos.

La orfandad que refieres no la aporta ni la autonomía en sí misma, ni la Junta como institución, ni mucho menos Sevilla. Más bien entiendo que es respuesta a un modelo de gestión del partido que más ha gobernado las instituciones de autogobierno hasta hoy. El escaso interés por culminar la A92 es todo un símbolo en ese sentido.

Motivos para las quejas, nuevas propuestas y necesidades siempre las hay y las habrá. Pero sí insisto que la concentración en el escenario occidental andaluz de muchas actuaciones ha respondido más a unos intereses partidistas que a ofrecer una respuesta al sentimiento de pertenencia, unidad o equidad que deberían de tener las instituciones en base al mandato estatutario.

Es más, creo que en estos casi 40 años de Junta de Andalucía (1978-2019) Almería ha roto su propio techo y la provincia ha dado un vuelco radical a su potencia que le hace merecedora de mayor atención por parte de la Junta.



¿Cómo valora la autonomía en estos años? ¿Cómo cree que la ha gestionado el PSOE? ¿Qué cree que nos espera con un gobierno de PP-Cs apoyado por Vox? ¿Dónde está el andalucismo hoy?

Estoy convencido de la existencia de un sentimiento cultural o antropológico aceptado y reconocido por los andaluces (o intuido) pero que, sin embargo, no se traduce como necesidad de defensa/respuesta política común. Somos una nación cultural aún sin creernos que somos una nación política. Muchos andaluces y andaluzas aspiran desde muy distintos formatos a esa activación de una conciencia identitaria popular, para que signifique la defensa política de aspiraciones sociales y nacionales. Anhelamos activar la memoria, conciencia y dignidad en este pueblo para que oponga resistencia, se visualice, asuma su identidad y se ponga en valor ante un nacionalismo español tan uniformador como reaccionario. Eso sin olvidar la consabida globalización deshumanizadora y totalitaria.

Dicho esto, la realidad es esa hoy por hoy, lo cual implica la no renuncia y la reinvención de un andalucismo de izquierda y social más que una nueva formación como solución mágica a todo. Hoy por hoy no existe un partido andaluz con capacidad para influenciar en el momento constituyente en el que estamos inmersos. Con esto, el Título VIII de la Constitución hace aguas por todas partes y lo que está en juego en el derecho a decidir es una profundización de los valores democráticos y la capacidad de respuesta social a problemas ciudadanos desde los autogobiernos territoriales y las Corporaciones Locales. Cuestión sobre la que no hace falta insistir la necesidad que de ello tiene Andalucía. La irrupción de Vox no ha sido espontanea, más bien lo contrario. Es una mezcla de voto de castigo de la clase política en general y de enroque involucionista ante los grandes retos que tenemos por delante en el Estado. No creo que en Andalucía existan tanto fachas y estoy convencido que sus votos en suelo andaluz irán a la baja. Pero lo cierto es que tenemos al enemigo en casa: una fuerza que no cree en el sistema parlamentario, que si pudiese quitaría las elecciones y hasta nuestra autonomía, amén de otros valores como el nacionalcatolicismo, la xenofobia o el patriarcado que invoca. Por no extenderme más. Hasta creo interesante que brote, por cuanto nos visualiza los peligros totalitarios que implica la desafección política y la quiebra de un sistema democrático que necesita como el comer de un nuevo proceso constituyente. La transición no ha acabado y el franquismo no está enterrado en el Valle de los Caídos.

Por otra parte, el derecho a decidir es la prueba del nueve del Estado de las Autonomías y la única respuesta para acomodar de una vez por todas el nacionalismo español y los periféricos. No soy independentista ni creo que sea sensata una opción que tampoco implica autarquía, pero cuarenta años después de la aprobación de la Carta Magna, tenemos otra oportunidad histórica que no debemos dejar pasar. De cualquier modo, es un asunto político al que la legalidad debe acomodarse para ofrecer respuestas. Con él, recuperar la autoestima con la memoria y la dignidad con los hechos. De ahí el que Andalucía aspire a ser como la que más como gustaba decir el recordado amigo y profesor, José Luis Serrano.



Usted es profesor de EGB ¿cómo valora los conocimientos sobre la historia política de Andalucía que se enseña en los colegios desde los libros oficiales?

Hace mucho tiempo, en compañía de Manuel Hijano, profesor de Historia de la Educación en Málaga, realizamos varios estudios de cómo los libros de textos estaban adaptados a la legalidad andaluza. Me explico: hubo un tiempo donde los contenidos de los libros de textos debían ser reconocidos por orden de la Consejería de Educación en tanto somos una Comunidad con plena competencia en dicha materia. Bien, pues no sólo sus resultados eran muy lamentables y pobres, sino que esa facultad inspectora y de control ha sido abandonada por la Junta de Andalucía socialista y de vuelta al Ministerio de Educación, a lo que se llama territorio MEC, como si fuésemos una Comunidad del 143.

Esta perversa inhibición funcional hace que, a lo poco que se reseñaba antes de realidad andaluza como algo transversal y prioritario a la hora del conocimiento y la identificación con el medio en el aprendizaje, ahora simplemente se cambia la pasta se le pone un color verde y el nombre de Andalucía y con eso está todo hecho.

Es lamentable que nuestros escolares sepan más de otros territorios de otras figuras que de su propio entorno. Ni siquiera se citan ejemplos o situaciones andaluces. Las únicas referencias, incluso visuales, son a las fiestas y al folklore con lo que estamos profundizando en tópicos y estereotipos por un lado y, por otro, en la consabida percepción de un pueblo que, colonizado culturalmente, está más pendiente de lo ajeno que de su propio presente y futuro. Es curioso pero quienes denuncian estas prácticas como tendentes a un impropio adoctrinamiento infantil, no cuestionan por ejemplo la presencia de chavales en actos religiosos cuando somos aconfesionales, en eventos donde se maltratan los animales o en actos políticos de carácter supremacistas, involucionistas o machistas.


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