Rafael M. Martos | Viernes 05 de abril de 2019
Cuando el próximo 28 de abril acudamos a votar en las elecciones generales, nos vamos a encontrar con bastantes papeletas y con muchos nombres, pero ciertamente, las urnas se van a llenar con las de tres o cuatro partidos nada más.
Es verdad que el mensaje que están transmitiendo la casi totalidad de fuerzas políticas es el mismo en Almería que en cualquier otro lugar, el de que está en riesgo la unidad de España, y a partir de ahí se construyen el resto de argumentos. A veces, lo que llega a ocurrir es que ese tema oculta todos los demás, el capote que se pone delante del toro para que lo embista mientras quien lo tiene sujeto pueda entrar a matar limpiamente.
Quizá deberíamos bajar un poco de esas alturas y meternos más en lo local, y lo digo pensando en el Partido Popular, cuyo candidato al Congreso, Javier A. García, si de algo puede presumir, es de conocer la provincia de Almería como muy pocos. Sus más de siete años como vicepresidente de la Diputación, unido a lo que lleva de presidente, sumado a su tarea como secretario general del PP, le convierten en el mejor conocedor de la realidad social y económica de la provincia.
Como en otras ocasiones, la parcialidad de los políticos lleva a que el PSOE le acuse de usar su cargo en la Diputación para “hacer campaña”, cuando en realidad las inversiones de las que habla estaban ya aprobadas, o cuando los viajes que está haciendo estaban previstos antes de su nominación al Congreso, o los actos que preside o a los que acude, no son ni más ni menos que los habituales del cargo.
Como decía, sorprende que caigan sobre él estas críticas, cuando el candidato del PSOE, es José Guirao, elegido a dedo contra el criterio de la militancia almeriense que ni le mencionó en Primarias, y que si ocupa el número es por ser ministro. Se trata de un ministro almeriense, es verdad, pero que desde que fue designado no sale de la provincia, que acude a todos los actos y eventos a los que como ministro nunca hubiese asistido –y no sería reprochable, su agenda institucional no se lo hubiese permitido-, por lo que no cabe la menor duda de que está haciendo un uso electoralista de su cargo. Pero en esto el PSOE mira para otro lado.
Que Guirao conozca la realidad almeriense es cuestionable, o al menos también como el candidato del PP, básicamente porque no la han recorrido de la misma manera, ni la viven ni la sufren de igual modo al menos en la última década.
Quien desde luego está mucho más alejado de nuestra realidad es el candidato de Ciudadanos, José Manuel Villegas, a quien como ha pasado con Guirao, había que buscarle algo para después de las elecciones. Tras desplazarlo Inés Arrimadas como candidato por Barcelona, pues agarrándose a que su padre es de Dalías, pues ya está… candidato por Almería.
Lo de Villegas en realidad ha sido muy fuerte. Dijo que poner al secretario general de candidato por Almería demostraba la importancia que Cs le da a esta provincia, ergo hay otra cincuenta y tantas a las que no se la da, incluida esta en las dos generales anteriores; y dijo que ahora Almería iba a contar, ergo tendrá que explicar qué ha hecho Diego Clemente estos años.
Pero lo peor es que no conoce Almería, y que no se va a dedicar a Almería. Su función va a estar ligada a la vida orgánica del grupo Ciudadanos, más que a trasladar y buscar soluciones a nuestros problemas.
De los demás partidos, la verdad, es que hay poco que contar. Tendrán votos, sí, e incluso es posible que alguno como Podemos o Vox logren escaño, pero lo harán no tanto por sus candidatas como por Iglesias y Abascal, tan iguales ellos en la profundidad de sus mensajes.
Quizá, pensar tanto en la unidad de España en vez de la realidad de Almería, pueda producir calenturas en algunos votantes.
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