Rafael M. Martos | Lunes 13 de mayo de 2019
Europa existe, y a Andalucía le interesa, pero da la impresión de todo lo contrario: no existe y tampoco interesa.
Hago mía la frase de Blas Infante en la que resume que “Europa es pienso, luego existo, y Andalucía es siento, luego éxito”, por lo que poco o nada europeo me siento en cuanto a identidad, y más aún, poco o nada me conforta una Unión Europea construida a mayor gloria de los Estados, y lo que es aún peor, burocratizada hasta la náusea, y con unos sueldos y prebendas para políticos y técnicos que son un insulto incluso para esa razón a la que dice servir.
Pero sentado esto, no es menos cierto que ahí está, y que tenemos elecciones el próximo 26 de mayo… lo digo por si no se han enterado.
Para los andaluces, y concretando más, para los almerienses, las decisiones que se toman en Europa son esenciales en nuestro devenir económico, en nuestro progreso, pero estamos de espaldas a estos comicios. Nadie habla de ellos.
Revisen cada uno de los grandes proyectos que tienen cartel en nuestra tierra, y en todos verán el sello de la UE, desde el malogrado Trasvase del Ebro, hasta el Corredor Mediterráneo. Y es la UE la que condiciona la política agraria de todo el continente, desde qué y cómo podemos producir, hasta dónde podemos vender y en qué condiciones, lo mismo que pasa con las condiciones que se ponen a terceros países para que comercialicen en nuestro territorio.
De la pesca podemos decir lo mismo, es la UE quien decide, como también quien marca controles ecológicos y establece protecciones medioambientales. Marca nuestro día a día en lo que comemos, bebemos, respiramos, vestimos, disfrutamos… pero no tomamos en serio las elecciones europeas.
Si las elecciones municipales son muy importantes porque de los ayuntamientos son gestores integrados en el territorio y quienes tienen en su mano la última instancia de decisión de políticas externas, no es menos cierto que entre el desarrollo de las autonomías y la conformación de la UE, los Estados han ido cediendo competencias hacia abajo y hacia arriba, y aunque cada vez pintan menos, siguen creyendo que son el centro del poder… y la mayoría de la ciudanía también.
El caso es que el Parlamento Europeo se ha convertido en una suerte de vertedero al que se mandan formaciones políticas pintorescas, como pasó con la Agrupación de Electores de Ruiz Mateos, que logró dos escaños ni más ni menos, pero también es un foro en el que los partidos nacionalistas hacen un gran esfuerzo por defender a sus respectivos territorios para que la UE sea un contrapoder a sus propios Estados locales.
Sí, quizá sea todo demasiado farragoso, pero si nosotros no decimos en Europa, lo harán otros.
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