Moises Palmero Aranda | Martes 21 de mayo de 2019
Han pasado tres semanas desde que terminó la Feria del Libro y desde la organización, desde el Ayuntamiento, no hemos tenido ninguna noticia, como suele ser la costumbre, para una reunión de evaluación. La única que conocemos se hizo a través de una nota de prensa en los medios de comunicación, donde de forma resumida, se concluía que todo había salido de forma magistral en palabras del Gestor Cultural, coordinador del evento, y el Concejal de Cultura. Sin embargo la sensación de los que participamos en ella, y algunos escritores que la han hecho pública en las redes sociales, no es la misma.
Podríamos sumarnos a todas esas críticas, que las compartimos y a las que podemos añadir algunas más, o dar nuestra opinión sobre las inmerecidas medallas que se autoimponen los organizadores, pero no vamos hacerlo. Aunque a Letras de Esparto, y a algunos de sus socios, se nos haya acusado de criticar por criticar todo lo qué se hace y cómo se hace, queremos lanzar una nueva propuesta, que no es la primera que hacemos. Nuestra Asociación siempre se ha ofrecido para lo que hiciese falta. Y esto lo sabe quien lo tiene que saber, y además lo dejamos por escrito en artículos de opinión anteriores, aunque le venga mejor acusarnos de no dar la cara y boicotear su trabajo.
Proponemos iniciar un proceso participativo para la organización de la Feria del Libro. Alguno estará pensando que es más de lo mismo, reuniones para informarnos y dar nuestras opiniones, pero va mucho más allá. Un proceso participativo es una herramienta donde aprendemos a consensuar ideas, a llegar a acuerdos, a trabajar colectivamente, a respetar unas reglas mínimas de igualdad, de convivencia, donde nos podemos sentir libres para opinar y perder el miedo a expresar lo que queremos sin ser señalados y marcados por lo demás. Es una oportunidad para aprender, conocer, ejercer la responsabilidad individual, integrar una mayor diversidad de visiones en la toma de decisiones, prevenir futuros conflictos, favorecer una comunidad activa y ser eficaces en la resolución de los problemas.
Para realizarlo de una manera efectiva, y es lo que lo diferenciaría de las inexistentes reuniones que se han solicitado hasta ahora, es que hay que poner unas mínimas reglas del juego. Deben estar invitados todos los agentes clave interesados en colaborar, trabajar en condiciones de igualdad y respeto, y todos deben disponer de la misma información relevante para opinar. Hay que proporcionar los medios materiales y humanos necesarios para llevarlo a cabo, y debe haber una persona capacitada para la gestión del proceso, organizarlo, dirigirlo, recordar las reglas, no permitir abusos de poder, solucionar los conflictos que puedan surgir y , sobre todo, que sea neutral y que no tenga ningún interés en los consensos alcanzados.
El único inconveniente, a los que muchos se agarrarán para criticar la propuesta, es que es un proceso y eso implica que haya que realizar varias fases, con la consecuente inversión de tiempo, trabajo, esfuerzo y recursos para que sea un proceso de calidad. Además todos los agentes implicados deben poner de su parte y no anteponer los intereses personales a los del colectivo. Pero en contraposición, los beneficios, serían más contundentes, ya que este tipo de procesos permiten comprender mejor las decisiones adoptadas, proporcionan una mayor legitimidad a las decisiones tomadas y lo que es más importante, hace sentir a los ciudadanos parte del evento, asumiendo los errores cometidos y felicitándose por los logros obtenidos.
Si consiguiésemos llevar a cabo este proceso, nuestra Feria del Libro, ganaría en pluralidad. Quizás en otras provincias no pueda llevarse a cabo, pero aquí, donde es el Ayuntamiento quien la organiza, debería pensar en plantearlo, porque por desgracia, cada vez que echamos el cierre a las casetas, todos, escritores, asociaciones, editoriales, librerías nos vamos con la misma sensación de frustración, la de sentirnos espectadores más que protagonistas, que se nos pregunta para ignorar las propuestas y que nuestra feria esta en las manos de dirigentes que buscan salir del paso, en vez de buscar una fiesta de la cultura, donde todos puedan ser escuchados y sentirse representados. Al menos consiguen eso, unanimidad en la sensación de frustración.
Espero que la resignación no se apodere de nosotros.
Noticias relacionadas