Juan Carlos Pérez Navas | Jueves 27 de junio de 2019
Por fin se ha hecho justicia y el Tribunal Supremo se ha pronunciado con una sentencia condenatoria por agresión sexual contra los miembros de la Manada, afirmando que hubo violación. Estamos ante un fallo histórico, que viene a revocar la sentencia de la Audiencia Provincial de Navarra, confirmada por el Tribunal Superior de Justicia de Navarra, en el que también se reprocha a estas instancias judiciales inferiores su actuación. El fallo, además, ha sido aplaudido por la inmensa mayoría de la sociedad española, porque la gran mayoría pensábamos y creíamos en lo que al final se ha resuelto: que sí hubo violación y que tenía que tipificarse como tal.
Pero si la sociedad respiraba ese viernes más tranquila al contemplar que, ahora sí, se hacía justicia, unas horas después regresaba el malestar, cuando el candidato de Vox a la Presidencia de la Junta de Andalucía en las elecciones andaluzas del diciembre pasado, portavoz y parlamentario andaluz, Francisco Serrano, arremetía de una forma ofensiva e intolerable contra el histórico fallo, con unas manifestaciones cargadas de odio, de machismo y de insulto contra toda la sociedad y contra las mujeres.
Si esto es grave e intolerable, más aún lo es que quienes gobiernan en Andalucía, PP y Ciudadanos –con el apoyo y soporte de este juez condenado por un delito de prevaricación judicial–, callen y consientan este machismo de la extrema derecha, con tal de mantenerse en la Gobierno. Este silencio de PP y Cs resulta escandaloso y el hecho de que no desautoricen ni condenen unas manifestaciones de esta naturaleza es una señal inequívoca de que las comparten. Con su actuación, permiten que se siga atacando a las mujeres y al conjunto de la sociedad, andaluza en este caso.
Al no condenar las palabras de Serrano ni apartarse de esta fuerza que les apoya, PP y Ciudadanos, como partidos, y el presidente de la Junta a la cabeza, Juan Manuel Moreno Bonilla, están cediendo ante un partido que siembra el odio hacia la mitad de la población y con el que pactan diariamente a cualquier precio. Sinceramente, deberían repensarse a qué limites están llegando en Andalucía por tal de seguir en el Gobierno, obviando planteamientos de salud democrática como este que hemos vivido, pero que se suma a muchos otros que van en la misma dirección y que día a día son silenciados y consentidos.
Andalucía y España deben avanzar en la protección de los derechos y libertades de las mujeres, sin retroceder ni dar marcha atrás en nuestras conquistas. Queremos mujeres vivas, libres y sin miedo, así como poderes públicos que protejan esos derechos y libertades y actúen también contra quienes quieren cuestionarlos, ya sea incitando al odio y enfrentando continuamente o guardando un silencio cómplice.
Esperando estamos y no se entendería que se mirara hacia otro lado ante tanta violencia contra las mujeres, física y verbal, como también ha ocurrido con las declaraciones que ha realizado otro miembro de Vox en Murcia contra la ministra de Justicia, en una escalada intolerable de insultos y ataques que PP y CS, allí donde gobiernan, permiten y no condenan.
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