Una finca urbana es un pedazo de tierra que puede tener cualquier fin pero en cuya extensión se halla una vivienda, esto quiere decir que tiene un objetivo de habitabilidad. Existen ciertos elementos que definen la forma de administrar este tipo de fincas y hoy veremos cuáles son.
Cuando se habla de esta temática, la primera duda que sobresale es la diferencia entre una finca rústica y una urbana, pues lo más lógico sería pensar que la rústica está en el campo y la urbana dentro de la ciudad, pero no es así.
Las fincas rústicas tienen un fin de explotación que puede ser de tres tipos: forestal, agrícola o pecuario. Por su parte, las fincas urbanas se establecen con fines de vivienda, comercio o industria, sin que esto signifique hacer uso de la tierra para este fin.
Si en una finca se siembran naranjas y se recolecta la cosecha como base de la economía de su administración, se trata de una finca rústica. En caso de que sea una finca pero el negocio se trata de la confección de bolsos de tela, se trata de una finca urbana.
Muchas personas se interesan en este negocio. Sin embargo, no poseen los conocimientos suficientes para llevar a cabo el trabajo de forma correcta o, simplemente, no tienen el tiempo para dedicarle a ello. En este sentido, vale la pena contar con una empresa que se encargue de todas las funciones vinculadas.
Para ello, lo más común es pasar por distintas fases que ayuden en la gestión de la finca y que se exponen a continuación:
Todos estos son servicios que se ofrecen a través de www.inmho.es. De hecho, complementan su cartera de oportunidades con la acción directa sobre la comunidad donde se encuentre la finca, asistiendo a las juntas que se convoquen y el control de incidencias que puedan surgir en torno al contacto con ésta.
Con más de 20 años de experiencia en el sector, Inmho pone a disposición de la comunidad más de 50 profesionales conocedores de la materia que son capaces de gestionar con pie firme cualquier finca urbana.
De hecho, parte de su buen trabajo se basa en la conexión que mantiene con los miembros de la comunidad, lo que ayuda a entender el comportamiento del entorno y a utilizarlo favorablemente para el desarrollo de la finca urbana.
Por otro lado, ayudan en muy buena medida a mantener el control sobre los proveedores que en ocasiones pueden ser causantes de muchas molestias si no se conoce con detalle la manera en que deben ser tratados. Gracias a sus conocimientos tienen la capacidad de seleccionar los más idóneos y que realmente ayuden a la gestión de la finca, y no a causar problemas más bien.
Esta condición con los proveedores es de los principales asuntos a tratar en cuanto a gestión de fincas urbanas se refiere, pues no sólo implica la selección sino el posterior seguimiento del trabajo y lo eficiente que éstos puedan resultar para los objetivos que se persigan dentro de la finca, ya sea a nivel comercial o personal.