La sesión del segundo intento de investidura de Pedro Sánchez (PSOE) como presidente del Gobierno escenificó lo verde que está Pablo Iglesias (UP) para cualquier tarea no ya de gobierno, sino de negociación; pero también que la oposición formada por PP, Ciudadanos y Vox, no tenían razón en sus pronósticos sobre con quién formaría sociedad el candidato.
Sánchez e Iglesias se tiraron a la cara todo lo que tenían a mano, para que al final todos pensemos que la culpa fue del cha-cha-cha.
Lo cierto es que la oposición que insistía una y otra vez en dar por cerrado el acuerdo entre PSOE y UP se tuvo que tragar el sapo de que no lo hubo ni a la primera ni a la segunda, como tampoco lo hubo en la moción de censura. Sánchez aspiraba una vez más a tenerlo todo, gratis, y ya, pero de momento ha preferido postergar el “ya” a cambio de seguir en el empeño del “todo” y el “gratis”.
En un programa de TV comentaban que a Sánchez lo que le pasa es que es guapo, que es de esos a los que no les costaba trabajo ligar con las chicas, y no está acostumbrado al cortejo porque se cree eso de “porque yo lo valgo”. Puede que no le falte razón a quien lo argumentaba entre risas, y que ahora sin pareja, la culpa sea de la música, o de la letra... pero nunca suya.
Pero ha habido dos elementos que me han llamado la atención de modo especial en los discursos, y por lo tanto en las votaciones, siendo uno de ellos que los grupos minoritarios, todos ellos regionalistas, nacionalistas y algunos también independentistas, tenían más ganas de boda que los propios novios. Y sí, desde PP-Cs-Vox se argumenta que son los “enemigos de España”, pero no es del todo cierto, porque ahí están los cántabros o los canarios, o los de Compromís, a quienes no se les puede acusar de ello. Aquí no puedo menos que lamentar la ausencia de Andalucía, y con ella, las necesidades perentorias de Almería, atascadas desde hace tres meses al menos y que tendrán que seguir esperando... allí vascos, catalanes, canarios, cántabros, valencianos, navarros... ¿y de lo nuestro, qué, quién se ocupa?
El otro argumento es el de la coincidencia programática -eso dicen ellos- entre PSOE y UP, y el reconocimiento explícito por tanto, de que la fricción se producía en los cargos y los nombres de quienes los ocuparían.
¿De verdad que Podemos dejaría de llamar “presos políticos” a los del “process”? Pues no me lo creo, como tampoco que si llegado el caso hubiese que aplicar el artículo 155 los podemitas acataran. Tampoco veo yo al PSOE, que ha tenido tiempo de neutralizar la reforma laboral que hizo el PP pero no lo hace porque no ha funcionado tan mal, derogándola por decisión de Podemos, ni tampoco saltándose los acuerdos y las recomendaciones de las instituciones económicas internacionales... que no, que no lo veo.
La pregunta entonces es qué ha pasado. La respuesta está en el cha-cha-cha. Sánchez lo quiere -como en la moción de censura- todo, gratis y ya, y que de no ser así, lo mejor son unas elecciones que mejoren su posición. No cedió a las exigencias de quienes le auparon a la Presidencia cuando llegó la hora de aprobar el Presupuesto, y eso le llevó a unas elecciones en las que mejoró sustancialmente. Ahora es lo mismo, sabe que la investidura es papel mojado porque tener a UP dentro le ata las manos ante otros posibles socios -el PNV o los canarios, por ejemplo, o incluso el PRC- para unos presupuestos, así que con la perspectiva de nuevos comicios en los que el PSOE pueda volver a subir por no ceder ante el independentismo y el radicalismo de Podemos, y un Podemos que pueda bajar por la intransigencia de Iglesias, ve la oportunidad de lograr su objetivo: el todo, gratis... aunque sea luego.