Opinión

Dos años paralizados... y lo que te rondaré

Rafael M. Martos | Miércoles 18 de septiembre de 2019


Dice el amigo Robe en uno de sus poemas aquello de que “el odio me arrolló la razón” y creo que define perfectamente la situación política del Estado español, que acabará siendo de parálisis absoluta durante dos años, tras otro par a ralentí.

La cosa comenzó, o fue un punto y seguido, no sé, con la moción de censura contra Mariano Rajoy, que ganó Pedro Sánchez por sorpresa para sí mismo y para todos los demás, y es que lo hizo recibiendo el apoyo directo e indirecto de toda la oposición, gratis, sin comprometerse nada más que a una cosa: convocar elecciones a la mayor brevedad.

Pues prometido e incumplido. Sánchez convoca elecciones para el 28 de abril de 2019, tras diez meses sin lograr la aprobación de unos presupuestos porque lo que unió a toda la Cámara fue únicamente el rechazo al Partido Popular.

Sánchez gana esas elecciones, pero la situación se repite, esta vez con la investidura que, dicho sea de paso es lo de menos, entiéndase. Sánchez ya era presidente, y lo que le obligó a convocar elecciones fue la no aprobación de presupuestos, así que efectivamente, ser investido si luego no te los aprueban, es volver a la casilla de salida. Es decir, Sánchez debía haber actuado con responsabilidad y no dejar pasar cinco meses más hasta la convocatoria de unas elecciones generales que serán en noviembre, a lo que habrá que añadir otro par de meses para constituir las cámaras, ronda de contactos del Jefe del Estado, proposición de candidato… y eso en el mejor de los casos… nos vamos a final de 2019, quizá principios de 2020.

Si el presidente en funciones entendía que la aritmética le era desfavorable, debió convocar mucho antes. Da la impresión de que solo quería ir desgastando a Unidas Podemos, y ver si el PP se acaba descomponiendo entre Vox y Ciudadanos.

Al final encontramos que el PSOE presentó por puro tacticismo una moción de censura, para cuya victoria no estaba preparado, y ha seguido montado en ese tacticismo, pendiente de la coyuntura más favorable a sus intereses electorales.

No cabe duda que los demás, el PP, Ciudadanos, Unidas Podemos, y el resto, también se mueven por pura estrategia, pero cuando uno preside un Gobierno, cuando uno es quien ha de gestionar los tiempos, la mayor responsabilidad recae en él.

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