Hacer unas elecciones generales cuesta, dicen los que han hecho los cálculos, casi 140 millones de euros, y el problema no esa cantidad, sino que el año pasado ya palmamos lo mismo, y el anterior, también, y el otro, también. Suma y sigue con las autonómicas y las municipales, también con las europeas, pero qué quieren, la democracia cuesta dinero. No crean, las dictaduras son mucho más caras… y mucho menos divertidas.
Tocamos a tres euros por cabeza, que bien mirado, tampoco es tanto, porque la pregunta inmediata es cuando nos costaría un mal gobierno. Dejo a la opinión de cada lector cuál sería el mejor y cuál el peor, pero sea el que sea, deberíamos concluir que es más oportuno que nos consulten a nosotros para desempatar, que amañar entre ellos un gobierno y unos presupuestos que nos dejen tiritando al raso.
Lo peor es la cara de tontos que se nos queda en cada campaña electoral, cuando volvemos a escuchar las mismas promesas, cuando la desmemoria no conoce banderas y el hormigón armado se muestra como una material sustancialmente más quebradizo que la cara de un político. Eso sí, ellos se apañan el negocio de sus dietas, sus tablets, sus iphone, sus cesantías… y en cinco meses, por ejemplo un solo pleno en el Senado… ¡pero quién no va a querer ser senador del Reino de España a 5.000 euritos al mes más extras y un solo día de trabajo en medio año!
Volverán de sus coloridos programas a colgar -como si se tratase de las oscuras golondrinas del poeta- el AVE de Almería, el posible Patronato de la Alcazaba, la ampliación del Paseo Marítimo Carmen de Burgos hasta el Paseo de la Ribera, la remodelación de la vieja Estación de Ferrocarril…
Y es que en estos cinco meses de legislatura fallida, sumados a los gobernados tras la moción de censura, hemos visto que el presidente de Gobierno primero, y en funciones después, ha esquivado no solo comprometerse con Almería, es que incluso la ha esquivado, como recientemente con la gota fría, que ni se manchó los zapatos en su visita.
A unas malas, o por echarnos unas risas, podríamos volver a votar lo mismo… a ver qué pasa, pero claro, otros 140 millones de pellizco al presupuesto.
Quizá sea el momento de replantearnos las cosas, porque un mal gobierno, con unos malos presupuestos, siempre es mucho peor que repetir unas elecciones.