Rafael M. Martos | Lunes 14 de octubre de 2019
La investigación, y posteriormente si llega el caso, los tribunales, dirán el grado de responsabilidad de que quien presuntamente es la autora material de la muerte del pequeño Sergio, pero eso no debe evitar que, a la luz de todo lo que hemos ido conociendo alrededor del suceso, nos preguntemos si pudo evitarse.
Quienes defendemos la necesidad de una ley contra la violencia machista, algo que nada tiene que ver con la violencia intrafamiliar porque se producen sobre realidades distintas, no quiere decir que consideremos que la actual norma es buena, y el tema de la custodia en el caso de separaciones traumáticas es buena prueba de ello.
No se trata de volver sobre el porcentaje de denuncias falsas que hay en estos casos, que se ridículo, sino de qué ocurre mientras se comprueba que son falsas, o sencillamente mientras están puestas en el juzgado y luego se retiran, una vez que el tribunal la ha tenido en cuenta para poner medidas contra el padre tales como retirar la custodia.
Y es que no hablamos del estigma social de quien es denunciado en falso, sino de las consecuencias que esto tiene cuando hay hijos por medio. No se pueden arrebatar los derechos a un padre sobre sus hijos por haber sido objeto de una denuncia de la madre por malos tratos, porque como ha sido el caso, se han tardado años en lograr una sentencia absolutoria, y luego ha sido preciso iniciar otra batalla legal para recuperar la custodia.
Es inaudito que el mero hecho de la denuncia prive de ese derecho paterno, cuando sería muy fácil comprobar las condiciones en las que se queda el menor otorgado a la madre que, como en esta ocasión, no eran precisamente las mejores.
Pero también es inaceptable que ante situaciones como esta, en las que de una denuncia por maltrato depende una custodia, no haya una agilización del proceso que evite no solo la criminalización social de un hombre que podría ser inocente, sino la propia vida –o al menos sus condiciones- de los menores.
A Sergio le falló el sistema que debía protegerle. Primero porque con los ojos tapados lo entregó a su madre, sin comprobar si era idónea para cuidarlo, luego le falló porque nadie supervisó cómo vivía, sus faltas al colegio, su falta de higiene, sus carencias alimenticias y afectivas… y luego le ha fallado porque cuando finalmente la ley se decide a protegerle, la notificación llega demasiado tarde.
Descansa en paz, y que no sea en balde.
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