Almería

Así ha evolucionado el voto a los pequeños partidos en Almería

Miguel Bañón Fernández | Jueves 17 de octubre de 2019

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El próximo 10 de noviembre todos los españoles volvemos a tener una cita con las urnas. La cita del mes que viene ya es la cuarta que tenemos que afrontar, a nivel estatal, en los últimos cuatro años. Este clima de inestabilidad, por contrario que pueda parecer, no solo nos afecta a la población; los partidos políticos también sufren de él. Cada nuevo proyecto cada vez cuenta de menos tiempo para conformarse y para ofrecer cosas nuevas.

En una coyuntura tan irregular, normalmente a nivel socio-político se suelen ver dos movimientos muy claros. El primero es la línea de actuación que los ciudadanos que quieren formar parte activa de la vida política llevan a cabo: crear nuevas formaciones, hartos de ver como lo tradicional fracasa, que puedan llevar reivindicaciones concretas a los programas de los partidos más grandes, al mismo tiempo que estos últimos se mantienen en sus estándares. El segundo se lleva a cabo a un nivel mucho más normal; de la persona de a pie: volver a centralizar su voto en aquello que siempre ha estado ahí, en los partidos tradicionales, para que estos sumen cuantos más escaños sea posible y para poder así garantizar que la marca de toda la vida sea la que vuelva a funcionar. No hay nada que tire más que un buen “branding”.

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Esta situación de reubicación del voto hacia lo “útil” se vuelve un problema incluso más frustrante para los partidos pequeños que, además, intentan conseguir escaños de manera local. No son ilusos: sus integrantes son conscientes de que su presencia en las papeletas muchas veces se reduce al simple hecho de conseguir que la gente sepa que existen; al despertar curiosidad por el nombre de la formación o por alguno de sus integrantes y que, a partir de ahí, la persona que lee la papeleta se interese en informarse sobre los propósitos que esta defiende. También son conscientes de que, esto, pocas veces pasa.

Siempre son más los partidos que se diluyen en su afán de obtener un escaño en cada cita electoral general que los que acaban consiguiéndolo.

Siempre son más los partidos que se diluyen en su afán de obtener un escaño en cada cita electoral general que los que acaban consiguiéndolo. Sin embargo, ¿por qué esto es así? Tal y como está hoy en día la ley electoral, el voto de todas las personas que acuden a las urnas no vale lo mismo. Todo depende de otros factores, como la diferencia de población existente entre distintas provincias.

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En España impera la llamada ley D’Hondt: un sistema de cálculo proporcional que obliga a excluir a las candidaturas que no hayan obtenido, al menos, el 3% de los votos válidos emitidos. El resto de partidos se ordenan de mayor a menor, en función de los votos obtenidos, y luego se dividen estas cifras conseguidas por cada formación entre 1, 2, 3, etc, según el número de escasos correspondientes a cada circunscripción. Al final, los escaños se reparten entre las candidaturas con los cocientes mayores, siempre siguiendo un orden decreciente.

Podemos entender fácilmente, con esta breve información que os hemos dado, que este sistema se muestra dedicado a beneficiar a los partidos más grandes, y que perjudica claramente a los pequeños. Es curioso que, en España, un país que deja claro en su Carta Magna que “la representación parlamentaria deberá ser proporcional”, se use un sistema electoral mayoritario.

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En el caso que nos ocupa, la circunscripción de Almería contará en esta próxima cita electoral con 11 partidos que han presentado sus candidaturas al Congreso de los Diputados. La cantidad total presenta una formación más que en los comicios del pasado 28 de abril. Esta formación adicional es Andalucía por Sí (AxSi), que se suma a las de Pacma, Partido Comunista del Pueblo Andaluz (PCPA), Escaños en Blanco, Por un mundo más justo (PM+J) y Recortes Cero-Grupo Verde como partidos que, presumiblemente, no obtendrán representación en ninguna de las dos cámaras -quizá Pacma sea la más propicia a destacar y a dar la sorpresa-. Por otro lado, los partidos que sí que se dan por representados casi de forma inherente son PSOE, Unidas Podemos, Ciudadanos, PP y Vox.

Es reseñable, también, ver cómo han cambiado las tornas, por fin, dentro de las direcciones de las diferentes formaciones almerienses. 7 de estos 11 partidos están encabezados por mujeres. El puesto de número 1 se presenta en femenino, y es que tanto Andalucía por Sí (Elisabeth Estévez al Congreso, y también María Esperanza Criado al Senado), el Partido Comunista del Pueblo Andaluz (Rosario Carvajal), Escaños en Blanco (Mariana García), Vox (Rocío de Meer), Por un mundo más justo (María Dolores Linde), Unidas Podemos (Raquel Martínez) como el Grupo Verde (Violeta Tercedor) han decidido ser liderados por nombres de mujer. Los 4 partidos restantes se presentan con nombres fuertes, ya en masculino, como José Guirao por el PSOE, José Manuel Villegas por Ciudadanos, Miguel Ángel Castellón por el PP y Manuel Conejero por el Pacma.

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Difícil es saber cómo le irá a Andalucía por Sí en nuestra provincia, ya que la última formación en sumarse a la búsqueda de escaños por la circunscripción de Almería carece de precedentes en nuestra ciudad; si bien concurrió en las pasadas elecciones generales por otras seis provincias andaluzas, es la primera vez que lo hacen por Almería.

Los precedentes a la hora de obtener escaños al Congreso dejan muy claro la residualidad representativa que sufren todos aquellos partidos que no forman parte de las marcas tradicionales. En la pasada convocatoria a las generales, tan solo PSOE, PP (2 ambos), Vox y Ciudadanos (1 cada uno) consiguieron representación por Almería. Hasta la propia Podemos se quedó fuera. Pacma destacó con 3.407 votos y el 1,04% escrutado. Tanto Escaños en Blanco (650 y 0,2%), Recortes Cero-GV (399 y 0,12%), PCPA (345 y 0,11%) como PUM+J (325 y 0,1%) se quedaron tremendamente lejos de sus expectativas.

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Si comparamos con las últimas elecciones municipales en nuestra ciudad, la cosa se torna incluso más dispersa y heterogénea; dentro de la vorágine de candidaturas, tan solo los partidos más importantes consiguieron concejales dentro de Almería (PP con 413, PSOE-A con 439, Ciudadanos con 48, Vox con 22 y Podemos con 2). Si nos remontamos a las municipales de 2015, la cosa no cambia demasiado; a excepción de Podemos, que no contó con presencia en la zona con ese nombre, y de Vox, que no obtuvo ningún escaño, de todos los partidos que se presentarán en los comicios generales del mes que viene, tan solo PSOE-A (440), PP (432) y Ciudadanos (20) obtuvieron escaños.

Por último, si ampliamos miras hasta remontarnos a las pasadas autonómicas de 2018, veremos que la cosa no fue mucho mejor para las formaciones más pequeñas; en Andalucía, tan solo PP (4), PSOE-A (3), Vox (2), Ciudadanos (2) y Adelante Andalucía (1) consiguieron escaños por Almería. De los partidos más modestos, tan solo el Pacma volvió a sacar la cabeza sobre el resto, con un 1,34% de los votos y 3.460 papeletas. Insuficiente, de todos modos, para sobrepasar el corte del 3% establecido por la ley D’Hondt a partir del cual puedes llegar a conseguir representación. Escaños en Blanco se quedó con el 0,21% y 525 votos, el Grupo Verde con el 0,13% y 344, el PCPA con el 0,13% y 338 y Andalucía por Sí (que sí se presentó por Almería en las autonómicas; no así en las municipales) con el 0,12% y 319.

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Si echamos la vista todavía más atrás, hacia las autonómicas de 2015, la cosa queda incluso más clara: el bipartidismo era aún muy fuerte. Tan solo PP (5), PSOE-A (5), Podemos (1) y Ciudadanos (1) cantaron triunfantes aquella noche, y gran parte del pastel se lo llevaron los dos primeros. Del resto de partidos, tan solo tres hacían andadura hace 4 años: Pacma, que consiguió 1.642 votos y el 0,61%, Vox, con 937 ciudadanos confiando en ellos y el 0,35% y el PCPA (por aquel entonces todavía bajo su nombre tradicional; el PCPE) con 254 papeletas y el 0,09% del voto escrutado.

No son tiempos fáciles, como se puede observar, para todos aquellos que intentan proponer algo diferente a lo que ya todos conocemos; para esos que pretenden dar voz a las distintas inquietudes que residen en cada persona. Sin embargo, la democracia consta de eso; del hecho de que, al menos una vez cada cierto tiempo, encontremos la garantía de que nuestras peticiones encuentren representación en las urnas. Al menos de forma simbólica.

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