Opinión

El PP, a lo que tiene que estar

Rafael M. Martos | Domingo 17 de noviembre de 2019


Que la agricultura almeriense está pasando por un mal momento es algo que afirman quienes a diario se meten en el invernadero, y los motivos probablemente van más allá de lo que las luces cortas nos permiten advertir.

Lo peor es que las mismas organizaciones agrarias que hablan de que el modelo productivo y de negocio está en crisis, se aferran a él como a un hierro candente, del que al final acabas soltándote, pero con la mano achicharrada e inútil para cogerte a otro que pudiera salvarte la vida, aunque esté frío.

Y es que más allá de analizar la situación, hay que buscar soluciones, porque las protestas se quedan en eso, en protestas, y al día siguiente nada ha cambiado.

Mientras eso llega, en el corto plazo, el campo almeriense está sufriendo las consecuencias de dos problemas, siendo uno de ellos cíclico, el de los precios. No hay año en que al principio de la temporada, en medio, o al final, no se produzcan tensiones ocasionadas por los bajos precios y las diferencias entre lo que cobra el agricultor y lo que pagan los consumidores en el supermercado, diferencias tan abusivas como injustificables.

Pero además a esa coyuntura se ha sumado lo que está ocurriendo en la frontera con Francia, con cientos de camiones almerienses cargados de productos hortícolas, perecederos por naturaleza. El bloqueo de las carreteras por parte de los sectores más radicales y violentos del independentismo antisistema está afectando de sobremanera a Almería, aunque ante eso el silencio es clamoroso en casi todos los partidos.

Exclusivamente el PP, en concreto los diputados Juanjo Matarí y Miguel Ángel Castellón, han pedido ya por escrito al gobierno en funciones de Pedro Sánchez (PSOE) que tome medidas e indemnice al campo almeriense.

Silencio de unos y de otros, por unas razones y por otras, y solo el PP está actuando en el Congreso, aunque no esté ni constituido, ni en Andalucía, donde la consejera almeriense, Carmen Crespo está demostrando su capacidad de trabajo, no solo a la hora de diagnosticar, sino a la hora de buscar respuestas que no se queden en un titular.

Es curioso que en el PSOE, los únicos –o casi- que se han lanzado a dar su respaldo al sector han sido el alcalde de Vícar, Antonio Bonilla, y la alcaldesa de Níjar, Esperanza Pérez, conocedores en primera persona de la realidad del sector, en tanto que la organización política guarda un sepulcrar silencio. Nada tiene que decir el PSOE de la provincia de Almería a Sánchez, no sea que vaya a perturbarle el sueño los ratos en que se lo deje conciliar Unidas Podemos.

Y esa es otra, los de Unidas Podemos en Almería tampoco han abierto la boca sobre este asunto, ni para bien ni para mal. No han entrado ni a valorar lo que pasa ni a proponer soluciones, quizá para no molestar en la negociación de sillas y sillones en Madrid, o quizá para no molestar a los colegas catalanes que están en la estrategia.

¿Lo oyen? es el silencio de Ciudadanos, que tanto hablaba del campo almeriense antes de las elecciones y ahora calla, aunque caigan chuzos de punta.

Por último está Vox, que no ha dicho esta boca es mía a pesar de ser el partido más votado en los municipios más agrícolas, y que no ofrece ninguna solución, porque no ha encontrado cómo culpar de lo que ocurre a los inmigrantes, y por el contrario, resulta que son “españoles muy españoles y mucho españoles”, quienes andan vendiendo producto marroquí como almeriense.

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