Víctor Hernandez Bru | Domingo 05 de enero de 2020
Si cualquiera de los que hemos estudiado o incluso leído algo de historia, tuviéramos conocimiento de un gobernante que habla de “dejar a un lado la vía judicial” para solucionar conflictos que se desarrollan en el territorio que gobierna, es decir, deja claro que el propio gobierno es el que debe ejercer el poder judicial y dejar sin efecto a una de las tres patas del Estado, evidentemente pensaríamos rápidamente en un dictador, aquí en España, por cercanía temporal, en el franquismo.
Si conociéramos la existencia de un presidente de gobierno que afirma que éste va a tomar medidas contra las noticias falsas, es decir, que se va a encargar de decirle a la opinión pública lo que es verdad y lo que es mentira, a todos nos vendrían a la cabeza las estrategias de manipulación del fascismo, del stalinismo o, más cerca, la creación de la Prensa del Movimiento y los posteriores Medios de Comunicación Social del Estado del franquismo, que dominaban, de una u otra manera, todos los medios escritos y audiovisuales que existían en el país.
Cuando un Estado envía sus fuerzas de seguridad a amenazar, agredir y detener a un ciudadano por el mero hecho de sostener una pancarta en la que expresa su amor al país al que pertenece y por proferir gritos en ese mismo sentido, a las puertas de la sede de un partido pero desde la calle, absolutamente todos pensaríamos en la Ley de Vagos y Maleantes de la dictadura y en la prohibición de concentraciones de más de cinco personas que regía en algunos momentos, sólo en algunos, de esa negra etapa de la historia de España.
Pero no, amigos; no, mi querido presidente, Pedro Sanchez: todo eso no ha sucedido ni en la Alemania ni en la Rusia de mitad del pasado siglo; ni en la Rumania de los 80; ni en la China o la Corea actuales; ni siquiera en vuestra adorada Venezuela. Lo que acabo de relatar está ocurriendo en la España la que tú y tu partido queréis gobernar conjuntamente con comunistas y anarquistas y tras lograr un pacto de investidura con etarras, independentistas y nacionalistas.
El gobernante en cuestión eres tú y lo de tomar medidas contra las noticias falsas o abandonar la vía judicial para cuestiones judicializadas lo has dicho tú; pero no, no en privado, en mitad de una fiesta y colmado de licores o bebidas espirituosas (esto último que se sepa); lo has dicho tú y nada menos que desde el atril del Congreso de los Diputados, sede principal de la soberanía popular y del poder legislativo.
Sinceramente, lo que tú piensas y haces ya hace tiempo que dejó de sorprenderme. Lo que sí me inquieta y me sigue instando al estupor es tu capacidad para que tanta cantidad de gente inteligente y con criterio propio te siga por los rocosos desfiladeros en lo que estás deslizando el futuro de los españoles, mientras te haces aplaudir por quienes antaño asesinaban a los miembros de tu partido, por aquellos de los que anteayer decías que jamás acompañarías en un gobierno y por quienes, desde ese mismo atril, habías dicho que nunca dejarías que te apoyasen e influyesen en tus gobiernos. Es, precisamente, esa hipnotización política a la que has sometido a uno de los partidos absolutamente necesarios en nuestra democracia la que me inquieta y me hace no augurar nada bueno para el futuro de España y, especialmente, para el futuro de tu partido.
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