Opinión

Los 167 valientes

Rafael M. Martos | Martes 07 de enero de 2020

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Sonrojan los excesos escuchados a lo largo del fin de semana extendido que ha durado la pírrica investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno central, pero para no incurrir en la mala educación de sus bien pagadas señorías, ni anunciar la inminente llegada de las siete plagas bíblicas en la mochila de los cuatro jinetes del Apocalipsis, pero tampoco caer en las edulcoradas alucinaciones psicotrópicas de los agraciados, me quedaré con que este ha sido el pleno de los 167 valientes.

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Eso repite el obediente ejército tuitero que le ha dado el sí a Sánchez, tras usar ese término su portavoz, Adriana Lastra, para referirse a quienes han votado a favor del candidato socialista.

Valiente hasta la osadía fueron Sánchez y los que le acompañaron en aquel “No es no” porque a él le costó la Secretaría General y el escaño, pero no pueden ser considerados valientes quienes cambian de principios, a ritmo de corneta. No es valiente, ni por tanto merecen el respeto de los valientes, quienes ganan unas elecciones diciendo una cosa no menor, y luego hacen justo lo contrario; eso es engañar, mentir, y eso no lo hacen los valientes, sino los ambiciosos cobardes, porque hay también hay ambiciosos valientes, y el Sánchez que se enfrentó a su Ejecutiva y los grandes gurús de su partido, lo fue en aquel momento, pero ya nos aclaró Carmen Calvo, que tiene doble personalidad, y que no siempre es el mismo cuando habla.

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No son valientes los diputados socialistas andaluces, por ejemplo, cuya secretaria general, Susana Díaz, insistía en que de ninguna manera sus votos servirían para gobernar con Podemos y con secesionistas… y ni uno se ha salido del guion establecido.

Pero mucho menos lo son los de Podemos, que con sus reales aposentados en el cuero calentito han hecho lo que habían dicho que iban a hacer, en un acto de coherencia, pero que nada tiene que ver con la valentía.

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¿Y qué tiene de valiente el diputado de Teruel Existe, o de Nueva Canarias, por ejemplo? ¿Qué les han mandado correos electrónicos o wasap amenazantes e injuriosos? Creo recordar que hay varias decenas de personas asesinadas por ejercer la política en el País Vasco, y más recientemente, las pintadas insultantes y coactivas a miembros de formaciones no nacionalistas en Cataluña… ¿a estos cómo les llamamos entonces? ¿O cómo han de llamarse a la exvicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría víctima de un escrache, o a Cristina Cifuentes por lo mismo, todo bajo la comprensión –y algo más- de quien ya es vicepresidente del nuevo Gobierno?

Si me apuran, donde puedo encontrar vierto valor es algunas en algunos noes, como el del Partido Regionalista de Cantabria, porque pone en riesgo el Gobierno de esa región, o el de Ana Oramas, porque la enfrenta con su propio partido político, Coalición Canaria, y en el de algunas abstenciones, porque suponen un riesgo electoral de esas formaciones políticas en sus respectivos territorios… pero en cualquiera de los casos mencionados, la palabra valentía también se antoja excesiva, a no ser que le pongamos el añadido de “política”, que como todo el mundo sabe, sirve para devaluar la palabra a la que acompaña.


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