Rafael M. Martos | Miércoles 19 de febrero de 2020
Ninguno de los problemas por los que los agricultores y ganaderos de todo el Estado se ha echado a la calle en estos días es nuevo, y las soluciones que se proponen para resolverlos tampoco lo son. Unas nunca se llegaron a implementar, y otras nunca los resolvieron.
El hecho es que estamos descubriendo que agricultores y ganaderos son comunistas, aunque muchos de ellos no lo sepan, que es lo mismo que pasa con Pablo Iglesias, que es vicepresidente del Gobierno de España, y tal vez, él todavía no se ha enterado.
Iglesias, que es de Unidas Podemos y no es ni ministro de agricultura ni de ganadería, comete una deslealtad con el Gobierno del que forma parte, cuando anima a los manifestantes a que continúen con las protestas que afectan a un departamento responsabilidad del PSOE, al tiempo que él no ofrece ninguna solución.
Iglesias no se ha dado cuenta aún de que no puede estar en los dos lados, que su función ahora es responder a los problemas y mantener la paz social, no alentar las algaradas, porque si son legítimas significan que él y con quienes se sienta en el Consejo de Ministros, no están haciendo bien su trabajo.
En todo caso, Iglesias es normal que comparta lo que dicen los manifestantes, puesto que ellos reclaman como soluciones justo lo que él mismo, desde el comunismo, defiende. Son las recetas que hundieron a la URSS, a Cuba, y ahora a Venezuela, por citar solo tres ejemplos… ejemplares.
Los agricultores quieren precios mínimos para sus productos, quieren que se establezcan por ley los márgenes de beneficio de los intermediarios, quieren que se planifique la producción, que se les pague la retirada de los excedentes… y eso mientras se quiere favorecer la comercialización de la producción propia frente a la extranjera –como Trump en EEUU, y contra lo que están los españoles- que nos conduciría en camino inverso a la globalización, hacia la autarquía.
Se trata ni más ni menos de la economía estatalista planificada, por eso Pablo Iglesias les pide que aprieten, porque las soluciones de los agricultores y los ganaderos son las mismas que él defiende y que allá donde se pusieron en práctica han fracasado.
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