Opinión

#COVID19 día 23 El rayo verde

Rafael M. Martos | Lunes 06 de abril de 2020

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Si hubiésemos comenzado a leer “El rayo verde”, a capítulo diario en estos momentos de confinamiento por el COVID19, probablemente lo acabaríamos justo cuando éste pudiera asomar para decirnos que la pesadilla se acaba.

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Julio Verne publicó este libro por entregas en la revista Les Temps, a lo largo de 27 números, comenzando un 17 de mayo, y lejos de la ficción que tan magistralmente adelantó el autor en otras de sus obras, ésta es más romántica que otra cosa. Narra el maestro un viaje para observar el rayo verde, que es un rarísimo efecto visual que se produce en unas condiciones muy excepcionales cuando el sol se oculta al atardecer tras una superficie plana y diáfana, como el mar, que es el caso.

Como un prisma, el mar descompone en colores la luz solar, y el último que puede percibir el ojo humano mientras desaparece hasta otro día, es el verde, aunque esto solo es visible cuando se acompañan ciertos elementos climatológicos muy concretos, y es tan poco habitual que buscándolo, Verne construye su historia compilada en julio de 1882.

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Es el momento en que estamos ahora, viajando hacia ese rayo de verde esperanza con los datos que nos deja la última semana en cuanto a contagiados por COVID19, hospitalizados, internados en UCI, muertos y altas.

Parecía obvio que el momento tenía que llegar, y que este largo viaje de soledades que estamos haciendo iba a tener su recompensa, pero mientras se convierte en certeza, ya observamos que cada día el número de nuevo contagios es menor pese a que –ahora sí- se han incrementado considerablemente el número de test realizados, y los recuperados crecen a mayor velocidad diaria, y los fallecimientos se ralentizan. Los propios sanitarios reconocen que, sin dejar de ser una situación extrema, los hospitales se encaminan hacia una normalidad que ya despunta como ese sol postrero previo al rayo.

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La esperanza es que no suceda como en la novela, en la que los protagonistas están varias veces a punto de ver el destello verde, pero algo les despista en el último instante y han de volver a intentarlo en otro momento.

Y si la obra acaba con un beso enamorado entre Elena y Olivier, que les hace perderse la última oportunidad de ser testigos de ese fenómeno extraordinario que sucede al unísono, nosotros podríamos terminar nuestro mal sueño con un abrazo a toda la humanidad… y sí, unas cervecitas al sol también.

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