Opinión

#COVID19 día 45 Españoles atrapados, todavía

Rafael M. Martos | Martes 28 de abril de 2020

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Ya no es noticia. Estamos acabando el mes de abril y ya no es noticia que haya ciudadanos españoles en remotos rincones del mundo atrapados a consecuencia de la pandemia del COVID19.

No es noticia porque nos estamos ocupando de otros asuntos, y como a aquellos les vimos reclamar, entre el ruego y la exigencia, que se les repatriara, y finalmente las cámaras de televisión recogieron la conclusión de su aventura con un feliz aterrizaje, pues ya no tiene cabida en los informativos esa realidad que deja constancia de que el problema sigue ahí.

Hemos contado el caso de Jorge Soler, un almeriense técnico en emergencias sanitarias, que se marchó a Ecuador con su hijo, que padece una minusvalía del 55%, para que recibiera allí un tratamiento alternativo, dejando aquí a su esposa y madre del menor. Estando en la ciudad de Cuenca se cerró el espacio aéreo y por tanto, su vuelo de regreso no se produjo.

A Jorge no le cogían el teléfono en el consulado que le correspondía, y en el que sí, le informaron que había un avión para el 29 de abril pero que no les podían dar ninguna de las 288 plazas, porque son prioritarias las personas vulnerables, y la pregunta es si un menor con ese grado de discapacidad no es vulnerable.

A Jorge no le cogían el teléfono en el consulado que le correspondía, y en el que sí, le informaron que había un avión para el 29 de abril pero que no les podían dar ninguna de las 288 plazas, porque son prioritarias las personas vulnerables, y la pregunta es si un menor con ese grado de discapacidad no es vulnerable.


Jorge ya tiene confirmado que podrá volver con su hijo, pero no gracias a que el Ministerio de Exteriores y sus legaciones diplomáticas hayan hecho su trabajo, no, lo hará porque sus amigos han presionado, han movido su situación en la prensa y en las redes sociales, porque a él ya le habían dicho que no, y tampoco le ayudaban a mantenerse en aquel país en el que era obligado a permanecer contra su voluntad.

En Perú está el también almeriense Crístofer Pedrosa, un joven también atrapado porque los vuelos se suspendieron. Pero ni caso. Como en el caso de Jorge, ya no son noticia nada más que para los medios provinciales, porque los grandes ya han cubierto el cupo de estas historias.

No estamos hablando de una guerra, se trata de un problema sanitario, y se antoja realmente incomprensible, que sea tan difícil repatriar a ciudadanos que están en otro país, porque únicamente hay que dejar aterrizar el avión, y controlar el acceso de los viajeros, nada más.

Pero lo peor no es que se convierta en algo tan complejo lo que debería ser simple y además ágil, lo peor es que estés en un país extranjero y el consulado no te coja el teléfono, que quien te lo coge se lave las manos, y ni en un caso ni en otro desde Exteriores se sancione a nadie.

Esto no pasaría ni en Francia, ni en Alemania, ni en Estados Unidos, además no pasaría ni mandando unos ni mandando otros, es cuestión de talante, de formas de entender que la defensa de un país no empieza por la bandera, sino por la defensa de sus ciudadanos, allá donde estén.

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