Jose Fernández | Sábado 02 de mayo de 2020
No sé si les pillo volviendo o preparándose para salir a dar un garbeo, o si están ya apostados en sus balcones para depredar al que se salte su franja horaria, bien sea por la incomprensión de las confusas instrucciones del aún más confundido gobierno, bien por nuestra natural capacidad de convertir el libre albedrío una sustancia tan maleable y peligrosa como el explosivo plástico. Dicen los especialistas que no es conveniente pasar el confinamiento en un estado de enojo permanente, porque eso baja las defensas y nos convierte en sujetos emisores de malestar doméstico. Por eso le sugiero que no se mortifique con nuestra falta de disciplina colectiva y la sorprendente incapacidad de entender un concepto tan simple como el de la distancia social. A ver qué otra cosa iba a pasar en un país que devora a diario horas de telebasura coital y adoctrinamiento prescriptivo: el atasco desconfinado.
No obstante, si usted es de los que quiere estar cabreado a toda costa, le sugiero que deje de mirar por la ventana de las redes sociales lo mucho y mal que está danzando el personal por ahí y se centre en este hecho, que sí que le va a dar motivos para ponerse como una pantera: piense en la que se nos viene encima y en las manos en que estamos. Reconocerá que eso asusta más que ver al vecino practicando el trote cochinero por donde no debe.
Tome nota: el pasado 9 de marzo, un día después de la inolvidable manifestación del 8M, la ministra de Economía, Nadia Calviño, aseguró que el impacto del coronavirus sería “poco significativo y transitorio” para España. Repito: poco significativo y transitorio. No han pasado ni dos meses de aquello y ahora, tras casi 25.000 fallecidos contabilizados oficialmente por esta pandemia, la misma ministra ha vuelto a comparecer para decir que nos vayamos preparando para lo peor. En términos redondos, la señora Calviño (la que en teoría daba lustre y equilibrio a la panda de indocumentados con los que se rodeó Sánchez para formar un gobierno chupiguay) ha tenido que desmentirse a sí misma con unos datos que, como mínimo, habría tenido que ofrecer hincada de rodillas y pidiendo perdón: en términos redondos, el Gobierno prevé ahora una caída del PIB cercana al 10% y una tasa de paro cercana al 20%. ¿Sabe usted lo que significa eso? ¿Tiene idea de las consecuencias de esos datos? Se lo resumo en una palabra: RUINA.
Así que deje de mirar por la ventana porque a este paso, el problema de la distancia social no lo vamos a tener en las salidas deportivas, sino en la cola del paro.
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