Opinión

No son parados; son clientes

Jose Fernández | Miércoles 06 de mayo de 2020



Solo hay dos motivos para felicitarse por el incremento del desempleo: ser idiota o considerar a cada parado como un cliente. No hay más. No conozco lo suficiente a la Ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, para atribuirle la primera posibilidad, pero por las cosas que viene diciendo en estas últimas semanas (esta señora es la que explicaba los ERTES con tono de didáctica parvularia) parecería razonable incluirla en ambas categorías a la vez.
Coincidiendo con el día en que se conocía que durante el pasado mes de abril se habían destruido en España más de medio millón de empleos, lo que nos hace rozar ya la cantidad de cuatro millones de españoles en edad de trabajar fuera del mercado laboral, la ministra podemita alardeaba y presumía de que se estaba pagando una cantidad histórica de subsidios. Repasen si pueden el vídeo de la comparecencia de la ministra: feliz, sonriente y radiante, anunciaba que el Estado ya se tenía que hacer cargo del sostenimiento de una enorme cantidad de españoles. ¿Qué motivos para el jolgorio puede haber en una desmedida subida del paro que no es sino el preludio de la que se nos viene encima? Pues si saltamos elegantemente la posibilidad de considerar imbécil a esta señora, nos queda la visión estatalizadora del comunismo posmoderno, que consiste básicamente en hacer del ciudadano un sujeto dependiente del Estado. Y cuando la gente necesita al Estado para comer y pagar lo básico, la gente acaba aprendiendo a votar lo que debe.
En su escalofriante y cada vez más profético libro “1984”, George Orwell explica bien los mecanismos mentales del totalitarismo. “La humanidad solo puede escoger entre la libertad y la felicidad, y para la gran masa de la Humanidad era preferible la felicidad”, escribía hace setenta años para describir el modo en que una sociedad distraída puede acabar siendo estabulada física y mentalmente. Así que no debemos estar tristes porque haya mucha gente cobrando el paro, porque eso es una muestra de la eficacia de nuestros gobernantes. Aunque estemos sin trabajo y sin perspectivas, tenemos que alegrarnos porque el Gobierno nos ofrece a diario buenas noticias, balcones musicales, dibujos infantiles y deportistas de pasillo abarrotando las calles. “España está en la gama alta del éxito en la gestión de la crisis”, decía hace unos días la ministra Ribera, a pesar de que la cifra oficial de muertos por la pandemia está cerca de los 26.000 y que podría haber 15.000 más no contabilizados. “No tenemos nada de qué arrepentirnos”, dijo también el ministro del Interior, Grande Marlaska, el que reconoció que se estaban monitorizando las redes sociales para buscar “mensajes de odio”.
Pero me parece a mí que el odio más grande es el que este gobierno tiene por la verdad. Cierro así el comentario aprovechando para mandar un fuerte y alegre abrazo al que me esté monitorizando.

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