Opinión

#COVID19 día 53 Perdido en el debate

Rafael M. Martos | Miércoles 06 de mayo de 2020

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Confieso que llegué a perderme en el debate sobre la renovación del Decreto de Estado de Alarma después de que hablaran el presidente Pedro Sánchez (PSOE), y Pablo Casado (PP), porque cuando Santiago Abascal (Vox) subió a la tribuna para levantar la bandera arcoíris de los homosexuales y a cortarle un traje personal al vicepresidente Pablo Iglesias (Unidas Podemos), pues no entendí muy bien de qué iba todo aquello, pero es que cuando Jaume Asens abrió la boca para lanzarse contra Vox y contra ERC, pues el lío siguió, y siguió con la CUP y con otros, porque tanto quienes apoyaban mantener el ordeno y mando sanchista, como quienes estaban por rechazar el punto sometido a debate, lo que faltaron fueron argumentos.

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Si quitamos de la lista a los nacionalistas canarios, que dejaron claro que su prioridad es dar una solución económica al archipiélago destruido por la caída del turismo, y se creían las promesas de Sánchez en ese sentido, y si ahí incluimos también a los convenencieros del PNV, solo ERC y el PP, desde dos ideologías completamente antagónicas, pusieron sobre la mesa argumentos coherentes sobre sus posiciones, más allá del regate corto con el que se ha decidido Ciudadanos para marcar territorio.

Bien es cierto que quienes antaño fueron los de Albert Rivera, y diezmados ahora son los de Inés Arrimadas, no se han distinguido demasiado por su coherencia ideológica, que pasó de la socialdemocracia al liberalismo, y del no pactaré ni con Sánchez ni con Rajoy, a intentarlo con los dos. Ahora han decidido apoyar el Decreto, pero tras escucharles, lo que se evidencia es la necesidad extrema de tener visibilidad mediática.

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Después de haberse colocado en la derecha del espectro político, como quedó consolidado en la foto de Colón, necesitaban algo que les despegara de ahí, y al anunciar el PP que se abstendrían en la votación, y por tanto su sí sería útil, los de Ciudadanos ya vieron los titulares del coro de prensa adepta al régimen, alabando su comportamiento de partido de Estado, lejos del PP, que se ha echado al monte alineándose con la ultraderecha.

Solo el PP y ERC explicaron por qué no es necesario seguir aplicando el Estado de Alarma, solo ellos recordaron que existen leyes suficientes y alternativas para mantener a raya la pandemia sin necesidad de mantener en vigor el Decreto, y solo ellos pusieron de manifiesto que en otras ocasiones se produjeron los llamados “viernes sociales”, en los usando esta misma fórmula del decreto, el Gobierno del propio Pedro Sánchez tomó decisiones más osadas incluso que las que ahora somete a la necesidad del mantenimiento del mando único de los errores múltiples.

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Casado se reivindicó autonomista, y partidario de que las Comunidades recuperen las competencias para gestionar la desescalada, y mientras Gabriel Rufián, defendía lo mismo pero sin aludir al componente nacionalista, si no coincidiendo en que quienes mejor conocen la realidad local es quien está más cerca de ella. Eso mismo lo dijeron todos los nacionalistas, regionalistas e independentistas.

A Casado y al PP le va a caer la del pulpo, porque a su derecha les acusarán de haber permitido que siga el Estado de Alarma al no votar en contra, pero la respuesta estaba clara: Sánchez ha dicho que no hay Plan B. Y si no hay Plan B ¿puede el PP asumir en solitario bloquear el Decreto y que se desbloquee el país en 24 horas con los consiguientes riesgos? Ojo, que Pedro Sánchez seguro que estaba dispuesto a hacerlo, porque no se ha dignado a negociar nada, solo a mantener su trágala.

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Lo mismo le ocurrido a Rufián, que quiso manifestar que su no, lo era a la falta de diálogo del Gobierno, y eso que ellos le hicieron presidente. Recordó así las propuestas hechas y no atendidas para controlar la pandemia, pero Sánchez solo quiere síes incondicionales, y con los justitos le bastan, porque no quiere emplear ni un segundo más de lo imprescindible en negociar o pactar. Diálogo de esfuerzo mínimo.

El propio Rufián dijo que un político no es cura para imparte doctrina, ni un vendedor de productos, pero este sábado alguien volverá a echarnos un sermón por la tele para colocarnos su mercancía.

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