Tendemos a considerarnos el centro del Universo, seres, pueblos, naciones, únicos y únicas en lo bueno y en lo malo, y coincidimos en fustigarnos a nosotros mismos, pero no aceptamos críticas ajenas, a no ser que señalen a aquellos de entre nosotros, a quienes vemos indignos de ser considerados nuestros iguales.
Sentada esta conclusión, propia de las clases de Filosofía que algunos estudiantes estarán preparando a solas en sus casas a cuenta del confinamiento por el COVID19 que no les va a librar de la Selectividad, los ejemplos podrían remontarnos al principio de la historia, pero vamos a quedarnos más cerca temporalmente.
La expresión “esto solo pasa en España” es recurrente, y para casi cualquier cosa, sea buena o mala, y la escuchamos cuando la oposición al actual Gobierno socialpodemita, el Partido Popular, critica la gestión que hacen de la crisis sanitaria y económica. Al parecer, la oposición en España es “de lo que no hay” porque se atreve a abstenerse en la renovación del Decreto de Estado de Alarma y anuncia que si hay otra renovación votará en contra, pero vaya, resulta que en Francia la oposición le bloquea en el Senado a Emmanuel Macron, el plan desescalada, y en Estados Unidos tiene que salir el demócrata Barack Obama a denunciar el caos que está presidiendo el republicano Donald Trump, y en el Reino Unido los laboristas cuestionaban el plan del Gobierno conservador para volver a la normalidad.
Inserto en el falso mito de que España es el país más descentralizado del mundo, observamos que hay gobiernos territoriales como Gales o Escocia que plantan cara al de Downing Street, y también hay conflictos departamentales al otro lado de los Pirineos, y en Norteamérica hay estados rebeldes respecto a las decisiones federales, como pasa en ciertos Lander alemanes.
Y si aquí hay quien se lleva las manos a la cabeza al ver el incumplimento de las normas de desconfinamiento, que echen un vistazo a lo que pasa en algunas ciudades de Italia, o la misma París, o en Londres.
Sigamos con el comportamiento ciudadano, que en Alemania ha supuesto movilizaciones de ultraderecha y extremaizquierda contra el Gobierno de Angela Merkel, mientras que en EEUU es el propio Trump quien jalea a quienes se manifiestan en distintos estados contra sus gobiernos locales, reivindicando acelerar la desescalada.
Podríamos ser más exhaustivos, hacer más menciones, pero creo que la cita de países de nuestro entorno es suficiente, aunque no hemos detallado algo muy importante, y es la gestión que los distintos gobiernos están haciendo de esta pandemia porque parece sensato pensar que a más muertos y más contagiados, mayor debe ser la crítica de la oposición, y ahí revisemos en qué lugar del siniestro ranking está España.
Como en el caso español, a poco que se rebusca en la hemeroteca o se ha hecho un seguimiento en los medios, advertimos que al principio de esta crisis los partidos de oposición, por lo general cerraron filas junto a sus gobiernos, pero con el paso del tiempo han ido despegándose, según y cómo en cada lugar.
No tenemos tanta información como para confirmar que allí pase como aquí en los propios gobiernos autonómicos, pero nos lo podemos imaginar por esos antecedentes, así que no debe extrañarnos que allí, como aquí, haya quienes como el socialista andaluz Rodrigo Sánchez Haro, que pide al gobierno andaluz en manos del PP y Ciudadanos, que el Portal de la Transparencia de la Junta de Andalucía publique el Plan de Desescalada, pero no dice ni mú sobre el hecho de que el Gobierno central de PSOE y UP haya cerrado ese mismo portal, o que el mismo personaje culpe al gobierno andaluz por ser esta la comunidad con más sanitarios contagiados por COVID19, pero calle sobre que España es el país del mundo con más sanitarios muertos, y todo esto –recordemos- bajo el mando único del gobierno central socialista; o que el PSOE acuse al Gobierno de Madrid de ir contra la salud de sus vecinos por pedir el paso a Fase 1 cuando los expertos consideraban que debía permanecer en la 0, pero mire para otro lado cuando quien lo reclama es el gobierno socialista de Valencia, y también les dicen que no.
Pero seguramente allí, como aquí, hay gente normal, como el presidente de Extremadura, el socialista Guillermo Fernández Vara, que dice públicamente que no entiende el sentido de ciertas normas del Plan de Desescalada del gobierno central. Eso mismo, dicho por el presidente andaluz, Juanma Moreno, o el gallego, Alberto Núñez Feijoo, ambos del PP, sería calificado de deslealtad por el gobierno central.
No pasa nada, esto seguro que también sucede en Alemania, Francia o Italia, o Estados Unidos, aunque el eco no llegue hasta nosotros.