Ni una calle es España, ni Madrid tampoco. O sí, y quizá por eso algunos hablan despectivamente de “Madrid” cuando en realidad se refieren a “España”, y lo hacen de “España” cuando ni tan siquiera tienen nada contra España, sino contra una determinada idea de España que es excluyente, en lo político, en lo étnico, en lo histórico, en lo económico, e incluso en lo sentimental.
Que un puñado, o dos puñados, o cuatro puñados, o diez puñados de pijos, se manifiesten en un calle pija, de la parte más pija de Madrís, carecería de la más mínima significación si no fuera porque determinados medios persisten en ese centralismo informativo que supone paradojas tales como que la trama fraudulenta de los ERE en Andalucía que ha condenado a dos expresidentes de Gobierno socialistas, y que ha puesto en la picota dos décadas –al menos- de gestión de nuestra tierra, queden reducidas a anécdota frente a las cremas “distraídas” por la expresidenta Madrid Cristina Cifuentes (PP), o los jardines en los que su sucesora, Isabel García Ayuso (PP) vive como bucólica pastorcilla que un buen día despierta en un lujoso apartotel convertida en un virginal icono de la Dolorosa con iPhone.
Que se autodenominen Movimiento Barrio Salamanca, es como para que desde Carabanchel a Vallecas, o de Aluche al Pozo, los pongan a correr por la Carretera de la Playa para arriba “hasta enterrarlos en el mar” que diría Rafael Alberti , y que además, la supuesta líder se autodefina como “experta en inteligencia” es como para pensar que aunque el lenguaje políticamente correcto nos impida decir que hay tontos, pues sí, hay tontos, y tontas también, porque lo último que hace un experto en inteligencia es decir que lo es.
Que este gobierno lo está haciendo mal es una evidencia poco cuestionable, porque si tiramos de hemeroteca y recapitulamos no solo sus contradicciones, sino el modo en que criminalizaban a quienes advertían del tsunami pandémico que se nos venía encima, y a eso le añadimos los datos objetivos sobre el número de contagios en general, y en particular de sanitarios, si miramos los referidos a fallecimientos, si observamos el oscurantismo de sus decisiones en la compra de material, o la asunción de todos los poderes para luego ir cediendo al reconocerse incapaz de gestionar aquello que se arrogó inicialmente, pues está claro que solo los “muy cafeteros” pueden aplaudirle.
Que todos estos salgan a la calle a pedir la dimisión del Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, no es otra cosa que ir calentando el ambiente para la manifestación que prepara Vox con coches, y para seguir poniendo contra las cuerdas al Partido Popular, a quien le piden que impulse una moción de censura, sencillamente para quemar a Pablo Casado, que está demostrando ser bastante serio en esa crisis, aunque le esté costando también la incomprensión de los hoolingans.
No es el momento de mociones de censura ineficaces, porque como dice un viejo refrán “en tiempos de tribulación, no hacer mudanzas”, y la solución ahora mismo más rápida y efectiva, es que la negativa del PP a apoyar una nueva renovación del Estado de Alarma obligue al Gobierno a buscar alternativas al mismo, es decir, obligarles a ejecutar un Plan B; que es posible, porque sin el Decreto ya fueron confinados municipios en Cataluña y en La Rioja, por ejemplo, y ya se ha anunciado que los ERTE seguirán activos hasta verano, sin que aún se haya aprobado mantener hasta entonces el Estado de Alarma.
Lo absurdo es proponer que el Estado pague el sueldo a todos los trabajadores afectados por el cierre del COVID19, y quejarse a la vez de la “paguica” del ingreso mínimo vital, porque ya sabemos que algunos defienden los derechos de los homosexuales al tiempo que defienden terapias para dejar de serlo o les niegan que puedan casarse.
A todo esto, el Gobierno de Andalucía ha propuesto un nuevo cuadro horario de salidas para los territorios en Fase 1, y vaya, no veo que sea una noticia en los informativos tan relevante como si Madrid pasaba o no. Qué hartura.