Rafael M. Martos | Martes 19 de mayo de 2020
Va siendo hora de ir comprando guantes para protegernos del COVID19. No sé si de latex, de vinilo o de nitrilo, o guantes de fregar, pero estoy convencido de que vamos a tener que ir añadiéndolos a la lista de la compra que nos está generando el coronavirus.
Basta mirar a sus señorías en el Congreso… casi todos llevan guantes, oiga, llevan guantes, y creo que ellos sabrán mejor que nadie a qué nos estamos enfrentando, pero la clave principal por la que tendremos que convertir este complemento en uno más de nuestro atuendo, es por las propias palabras del Gobierno central.
Nos dijo Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, que aquí, a lo sumo, habría un caso o dos de contagios, que en ningún momento podríamos temer algo similar a una pandemia, pero ya ven, más de 232.000 contagiados y casi 28.000 fallecidos según datos oficiales, parecen demostrar que andaba bastante despistado.
Y también nos habíamos concienciado de que el uso de mascarillas quirúrgicas era inadecuado para la generalidad de la población, al decir Sanidad que "en casos de investigación, probables o confirmados para infección por el SARS-CoV-2 o las personas que entren en las áreas de aislamiento se pongan, como parte de su EPI, una de estas", es decir, que era solo para sanitarios, pero luego las hicieron obligatorias en el transporte público, y ahora obligatorias hasta para ir por la calle.
Del mismo modo, el Gobierno reparte mascarillas quirúrgicas, y establece precios máximos para ellas, pero si entramos en la web del Ministerio, volvemos a comprobar que éstas son solo recomendadas para personas sintomáticas, mientras que las higiénicas lo son para los asintomáticos, pero sobre ellas no hay precios establecidos.
Nos aseguraban entonces que las mascarillas provocaban una falsa sensación de seguridad, cuando la seguridad venía determinada en realidad por el distanciamiento social.
Ahora nos dicen lo mismo de los guantes, que provocan una falsa sensación de seguridad, y que como también nos advertían sobre las mascarillas, corremos el riesgo de contagiarnos al no manejarlos adecuadamente al colocárnoslos o al quitárnoslos.
Pero volvemos a comprobar que todo es política, porque el ministro de Sanidad, Salvador Illla, en febrero sostenía que “No hace falta llevar mascarilla porque tiene poca efectividad y provoca alarmismo”. Más recientemente le preguntaban sobre lo mismo, y respondía que era “aconsejable” para quienes tuviesen síntomas, luego que era "aconsejable" para todos, y cuando le insistían en que si las harían obligatorias, contestó que no lo serían mientras el Estado no pudiese garantizar el acceso a ellas de toda la población.
Tenía razón el ministro, no puedes obligar a usar mascarilla si es imposible comprar una, pero entonces no es un argumento sanitario, es sencillamente una muestra de incapacidad, de peligrosa incapacidad para que los ciudadanos podamos estar protegidos.
De este modo, cuando llegamos a la farmacia y no hay guantes, y en el supermercado tampoco, y el ministro nos dice que no son convenientes, la duda que nos queda es si nos veremos abocados a contar con ellos como obligatorios cuando haya disponibles en los comercios.
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