Con esto de las medidas contra el COVID19 y que las ruedas de prensa se hagan de modo telemático, unido a que tras múltiples presiones los periodistas puedan preguntar directamente y sin intermediarios al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y que el afán protagonista de ése le lleva a salir en prime time todos los sábados en emisión en directo por casi todos los canales de televisión, la ciudadanía puede conocer cómo se desarrollan, y sacar sus propias conclusiones.
De esta manera el público puede advertir que en ocasiones la mejor pregunta la hace el compareciente, y así, Sánchez, al primer periodista que le interrogó, y que lógicamente lo hizo sobre el pacto con Bildu para la quinta prórroga para el Estado de Alarma, el presidente, tras algunos balbuceos, exclamó “¿pero qué se estaba votando?”.
Pues eso, que lo que se estaba debatiendo y votando era la renovación del Estado de Alarma, y no parece coherente con ello que la base del acuerdo para lograr las cinco abstenciones de los vascos fuera la derogación de la reforma laboral.
Los espectadores pudieron ver cómo las explicaciones del presidente no se las tragó nadie, porque aunque no conté las veces, él sí que las iba detallando en casa ocasión, y llegó a decir visiblemente molesto, que respondía por “sexta vez” a lo mismo, lo que quizá debiera hacerle pensar que igual no eran creíbles sus palabras.
Sánchez insistió en el argumentario puesto en danza para justificar el acuerdo, acusando al PP del mismo por votar en contra, pero ni un reproche hacia quienes le apoyaron para alcanzar la Presidencia y ahora le dejan una y otra vez tirado. La culpa es del PP que votó en contra, pero no de ERC, ni de Compromìs, ni de Juns pel Cat, y no argumentó por qué su grupo parlamentario no se esforzó en la negociación con los catalanes, para lograr al menos su abstención, o por qué no intentó evitar la fuga de los valencianos del sí al no, o incluso por qué la portavoz Adriana Lastra no trabajó para que la abstención de los nacionalistas gallegos se transformara en un sí.
Sánchez no desautorizó a Lastra, por lo que asume en primera persona la decisión de pactar con Bildu en vez de optar por cualquiera de las otras opciones posibles, y ni tan siquiera se sonrojó cuando un periodista no precisamente enemigo, le inquirió sobre el lugar en que quedaba su credibilidad tras insistir tantas veces que hablar con los amigos de ETA era una línea roja infranqueable.
El relato del PSOE es falso, igual que hay alternativas al Estado de Alarma, tenían alternativas a la abstención de Bildu, y en todo caso “¿qué se estábamos votando?”