Rafael M. Martos | Domingo 24 de mayo de 2020
La pregunta del compañero de OKdiario a la ministra portavoz María Jesús Montero sobre el acuerdo del PSOE con Bildu para aprobar la quinta renovación del Estado de Alarma era clara:
-¿De verdad que el gobierno no hace ninguna autocrítica cuando todos sus socios le han dado la espalda, y por tanto ha tenido que buscarse alternativas para asegurarse los votos que no tenía garantizados con Esquerra, que siempre se lo había garantizado?
La pregunta entronca con el hecho de que el PSOE, si temía que con el voto favorable de Ciudadanos no fuera suficiente para su objetivo, podía haber encontrado otras opciones posibles, como buscar que ERC pasara del no a la abstención, o que Compromìs se mantuviera en el sí en vez de irse al no, o que el BNG pasara de la abstención al sí, entre otras posibilidades. Pero la portavoz del grupo parlamentario socialista, Adriana Lastra, solo fue capaz de negociar con Bildu, solo fue capaz de alcanzar un acuerdo con el único grupo político que es incapaz de condenar el intento de amedrentar a su líder en el País Vasco, Idoia Mendía, arrojando pintura color sangre en el portal de su casa, calificándola a ella y a su partido de asesinos.
La respuesta de la ministra volvió a poner en evidencia la fragilidad argumentaría del Gobierno, porque en primer lugar acusa al PP de alinearse “con la España del no” y de hacerlo votando con la “ultraderecha”, como han hecho –recordamos- ERC, Compromìs, JXCat, entre otros; también les acusa de actuar con la “calculadora electoral”, cuando donde hay elecciones muy pronto es precisamente en el País Vasco, territorio de su aliado fiel desde la investidura PNV, y de sus nuevos amigos de Bildu. Ambos sí se mueven en cálculo electoral porque están en el momento de hacerlo, y no hay más que escuchar las quejas del PNV por este acuerdo entre sus rivales y el PSOE.
Dice Montero que el PP ha puesto en riesgo la salud pública por su voto negativo, pero no explica la razón por la que no puede decirse lo mismo del resto de grupos entre los que están sus apoyos para la investidura de Sánchez.
Igual que la pregunta retórica de su jefe el día anterior fue la mejor evidencia de la caótica gestión del encargo de Sánchez a Lastra, Montero lamentaba que el PP “no haya contestado a la pregunta de si creía que era imprescindible el confinamiento”, porque en lo que está es en su legalidad, y lo afirma como queja, o sea, que le parece criticable que un partido político no quiera respaldar una medida porque duda del sustento jurídico de la misma. La ley, parece ser, no es lo más importante en un Estado de Derecho.
Pero la carambola con Sánchez llega cuando ella misma recuerda que no se votaba “ninguna posición política, se votaba el Decreto de Alarma, que no es un proyecto político”, y al tiempo disculpaba a sus otrora socios, que no hubiese pacto ahora con ellos aunque “yo no diría que otras fuerzas políticas han dado la espalda al gobierno”, y se retrataba como el presidente al recordar que “yo diría que se ha intentado establecer una negociación, un acuerdo sobre materias que nada tenían que ver con lo que se trataba, con lo que se votaba, insisto, con la única política que ha sido capaz de proteger la salud de todos los españoles y españolas, y por tanto hablaría de una discrepancia en relación con este tema, que no es ningún proyecto político”.
A ver, dice la ministra portavoz que se votaba el Estado de Alarma, afirma dos cosas contradictorias en la misma frase. Primero que “se ha intentado establecer una negociación, un acuerdo sobre materias que nada tenían que ver con lo que se trataba, con lo que se votaba”, o sea, que no acordaban con ERC o Compromìs por que tenía peticiones ajenas al asunto debatido en el pleno del Congreso, pero a renglón seguido añade que el motivo era “una discrepancia en relación con este tema”.
O lo uno o lo otro, las dos cosas no pueden serlo a un tiempo. O tal vez sí, porque precisamente lo que hacen con Bildu, que como se votaba era el Estado de Alarma, acuerdan derogar la reforma laboral.
Todo esto demuestra dos cosas, y la primera de ellas es que Sánchez asume en primera persona que se pactara con Bildu, por lo que no es de esperar la destitución de Lastra, y la segunda es que nadie cree sus explicaciones porque cuatro días después de la votación, seguimos preguntando lo mismo, y a cada respuesta la cosa empeora.
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