No, el Gobierno de España no fue el primero en tomar medidas por la pandemia del COVID19 como ha afirmado reiteradamente el presidente Pedro Sánchez, aunque por poner una fecha concreta diremos el 9 de abril en el transcurso de la votación de la segunda prórroga del Estado de Alarma.
Sánchez dijo “España es el país que primero tomó medidas de confinamiento en todo Occidente, el primero. Lo hicimos con solamente 120 fallecidos: muy por delante de los demás países”, pero lo cierto es que el confinamiento se aprobó el 14 de marzo, y teníamos 6.391 casos de coronavirus confirmados y a los 195 fallecidos.
Lo que pasa es ahora ha sido su ministra de Igualdad, Irene Montero, quien reconocía en un off the record publicado en ABC pero de una entrevista de la ETB, que cuando promovió la manifestación del 8 de Marzo, otros países ya habían tomado “medidas superdrásticas, tía”.
Pero lo que es superfuerte, tía, es que sabiendo que incluso con estas medidas “superdrásticas” esos otros países europeos tenían “muy difícil de controlar” la pandemia, porque reconoce que “al final hablando así” se puede contagiar, pese a lo cual ella, siendo madre, se fue de manifa, a dejarse besar y jalear por sus “fanes”, haciéndose acompañar de su hija, que también debió recibir lo suyo en caricias de la concurrencia, tal cual reconoce.
Si Montero fue capaz de poner en riesgo no solo su salud –porque hay que recordar que hasta tres veces dio positivo en COVID19- sino la de sus hijos, no cabe la menor duda de que estaría dispuesta a poner la del resto de la ciudadanía. Que esta irresponsabilidad no le pase factura es un ejemplo de lo carcomido que está el Gobierno, y eso que solo nos acordamos de la gestión del ministro Illa, los mangoneos del ministro Marlaska, tenemos la bocaza del vicepresidente Iglesias, y tenemos los ministros y ministras desaparecidos y desaparecidas… desconocidos incluso en las sucursales donde cobran la nómina.
Pero quisiera acotar también otro detalle de esta historia, y es que como periodista, reconozco que me interesa saber cómo ha llegado una filtración a un medio, pero fijarse más eso que en la noticia en sí, es como mirar al dedo en vez de a lo que señala.
Ver en tromba a toda la prensa progubernamental ponerse en zafarrancho de combate por este off the record es patético, y más escuchando sus argumentos, porque da la impresión de que algunos no pisaron la Facultad demasiado… porque incluso yo aprendí que esta figura es un compromiso entre el periodista y su fuente, y aquí se da la circunstancia de que romper el off the record sería que el ABC desvelara quién le ha entregado las imágenes del bruto grabado.
Lo importante es si es noticia o no lo que aporta el vídeo, y si lo es, vale, y si no lo es, entonces se podrá cuestionar el sentido periodístico del medio que lo publica.
Insisto en que no me parece mal investigar la fuente, porque de eso podemos deducir si hay intencionalidad más allá de la que el propio medio tenga, pero hacer de eso el tema, me parece de un escaso nivel profesional.
En los últimos años hemos tenido cosas similares, como aquel micrófono abierto que dejó en evidencia a José Luis Rodríguez Zapatero cuando Jordi Sevilla le dijo que “en dos tardes” le iba a enseñar economía y ya recuerdan el exitazo del Plan E, o cuando el propio Zapatero confesaba en plató y tras una entrevista, a Iñaki Gabilondo, que le interesaba tensionar a los votantes, y por eso lanzaba ciertos mensajes guerracivilistas.
En estos dos casos, como en el de la ministra, hay noticia, y por eso es noticia… superfuerte, pero noticia.