Jose Fernández | Miércoles 24 de junio de 2020
Que siempre es mejor anticiparse al futuro que discutir sobre el pasado es algo que las personas razonables vienen poniendo en práctica desde los tiempos de los romanos. O de los cordobeses, porque Séneca ya avisaba de las ventajas de precaver lo venidero sobre la improductiva discusión de lo sucedido. Pero bueno, ya saben que esa actitud tampoco es garantía de nada, porque el reverenciado filósofo acabó cortándose las venas en su bañera, tal como refleja el famoso cuadro de Domínguez Sánchez pintado en 1871 y que está en el Museo del Prado. “Séneca, después de abrirse las venas, se mete en un baño y sus amigos, poseídos de dolor, juran odio a Nerón que decretó la muerte de su maestro.” Ese es el título -completo- de la obra, que reproduzco en este comentario. ¿Es posible dibujar el escenario del futuro si seguimos aferrados fieramente al pasado? Depende. Si eres compositor de boleros, esa actitud no sólo es aconsejable, sino que es imprescindible para nutrir con lágrimas negras el amargo sabor a ti que dejan la ausencia o la perfidia de la amada, amado o amade, para que nadie se encocore. Ahora bien, si tu trabajo es gestionar el desarrollo de las sociedades o diseñar el horizonte de crecimiento de las ciudades, tener al pasado como principal referente es un pésimo negocio.
Vean por ejemplo la melodía básica que emplea el PSOE almeriense en su repertorio habitual: nostalgia de pasados que nunca fueron e idealización de pretensiones fallidas. Dicen que la distancia es el olvido, pero para los socialistas almerienses el olvido es un caladero de emociones perdidas que intentan resucitar con el electroshock de las redes sociales. Y así, la tabarra ideológica que están metiendo con el Pingurucho y su sombra de pasado (un pretérito siempre imperfecto, borroso, triste y doloroso que permite entonar el estribillo habitual de “qué malos son los malos y qué buenos somos los buenos”) les ciega de tal modo que son incapaces de ver con claridad la sencillez del mensaje propuesto: convirtamos la Plaza Vieja en un centro de actividad que permita conectar y reactivar el casco viejo con la Alcazaba y desconfinemos el monolito de estas cuatro fachadas para llevarlo a un lugar más vistoso, soleado, visible y admirable. Pues no. Que si la libertad y que si los alcaldes franquistas y que si Fernando Séptimo usaba paletó, que además de una canción infantil de cuando mi bisabuela, era un gabán amplio.
Y aunque es evidente que este pelmazo es disfrutado por algunos como una gozadera memorialística y como un húmedo estímulo para la autosatisfacción mental, creo que los estrategas del PSOE de Almería deberían salir del bucle y comprender que todo esto no llega, no cala y no modifica porque, sencillamente, no traspasa. No interesa.
¿Nos fijamos en las cosas que de verdad importa? Veamos un ejemplo. El Gobierno acaba de cargarse de un plumazo la llamada “Tarifa Alcazaba”, que era una compensación económica que descontaba parte del precio de los billetes de tren con destino o salida en Almería. Los seguidores de la actualidad recordarán que, aunque con el habitual retraso que imprime la gestión socialista a sus promesas, la iniciativa se puso en marcha con un anuncio insólito: en la Subdelegación de Gobierno y, en plena campaña electoral, el encargado de anunciarlo a la sociedad almeriense fue el entonces candidato socialista al Congreso, Fernando Martínez. ¿Para qué iba a anunciar el representante del Gobierno en Almería una medida gubernamental, teniendo a un candidato estupendo a la caza del voto? Y digo yo que si semejante, insólito y descarado despliegue fue empleado en su día para su presentación, qué menos que montar algo parecido para anunciar su supresión. Ah, ¿es que no saben que el Gobierno ha fulminado esta tarifa especial con descuento para los almerienses? Pues sí. Con abrumador silencio del PSOE y una no menos vergonzante parálisis de la otrora reivindicativa Mesa del Ferrocarril, el Gobierno del Abrazo y la transversalidad ecofeminista superdrástica ha vuelto a subir los precios del tren a los almerienses de golpe y sin mejorar un ápice las prestaciones ferroviarias. Y el hecho ha pasado de largo, como pasó Míster Marshall por Villar del Río, sin dejar más eco que la rodada de una fugaz comitiva.
Y llámenme loco, pero a lo mejor hay más almerienses pendientes de los precios de los billetes de tren y de las interminables incomodidades ferroviarias que en 2020 seguimos padeciendo los almerienses tras muchos gobiernos del PSOE y del PP, que por las interpretaciones históricas sobre los grandes valores éticos del símbolo de un episodio sucedido en 1824. Bueno, pues ya verán como el PSOE se centra ahora mucho más en explicarnos el pasado que por ayudarnos a entender el presente y despejar las claves que preparan nuestro futuro. Y es que como dijo en su día Séneca, algunas cosas las consideramos grandes porque también incluimos a su pedestal.