Opinión

Esa manía de Pedro y Pablo de no responder nunca a las preguntas

Víctor Hernandez Bru | Jueves 16 de julio de 2020
Ayer, le preguntaban en la Comisión del Parlamento, al Coletavirus por las razones por las que fisgoneó y posteriormente retuvo la tarjeta de móvil de Dina Bousselham, le inquirieron acerca de cómo ha amedrentado a periodistas como a Vicente Vallés, entre otros, para que dejaran de hacer su trabajo, el de informar.

La respuesta del Coletavirus fue “Pechina, mula, pata mató”, es decir, los Cerros de Úbeda, el sexo de los ángeles. Porque él es el macho Alfa, porque es el líder, como diría mi amigo Sergio T Atkins, ‘el fucker’; y porque la casta no tiene por qué responder a las preguntas de la plebe.

El Coletavirus no es el precursor de este movimiento de no responder nunca a lo que se le pregunta. Pero cuando digo nunca, me refiero a nunca. El adalid de esa falta de cultura democrática que consiste en no dar jamás explicaciones y, como mucho, cuando se siente uno acosado, contraatacar, es Pedro I El Falso, en cuyo caso la cuestión se agrava porque ha creado todo un entramado de propaganda política en su partido, una red de trasmisión del vicio que ha hecho que gran parte de sus aborregados súbditos adopten el mismo comportamiento, democráticamente fraudulento.

Lo vimos primero en el Congreso, con el dúo de Al Andalus a la cabeza: estoy dispuesto a repartir billetes de 500 entre quienes traigan una prueba fehaciente de cualquiera de las vicepresidentas, la Chiki-ministra y a la que le iba la vida en ello, respondiendo en sede parlamentaria a lo que le preguntaba la oposición, en lugar de responder primero por los cerros de Alcalá La Real y luego acusando a los preguntantes de lo primero que se le pasara por la cabeza.

Pero la cosa no ha quedado ahí. Como digo, esto ya no es una costumbre que los más cercanos borregos copian por aquello de que todo se pega menos la hermosura, sino que es una auténtica orden que ha corrido de arriba abajo por toda la red capilar social-comunista, de manera que si le preguntas a Sánchez Haro por las millonarias subvenciones de Chaves a la empresa de su hija te dice que es tarde; si le preguntas a él o al Carmelito Gómez por las pruebas que justifica que llamen enchufados del PP a 6 personas de una campaña de empleo de 3.000 te dicen que ya si eso otro día, con tiempo, cuando puedan; si le preguntas a Noemí Cruz por qué es de mal gusto citar el nombre de dos concejales del PSOE de Vera que están escogidos entre los vigilantes anti-Covid de las playas pero no lo es que Carmelito lo haga con seis personas vinculadas al PP te contesta que no va a decir lo que tú quieras… y así con todo.

Una costumbre que, si es peligrosa en sí, encerrada en los partidos del pacto de la ruina entre PSOE y Podemos, se convierte en letal cuando salta sus fronteras para instalarse en la sociedad en sí, como pudimos ver el viernes en la portavoz (sin “a” final, a pesar de la LOGSE) de Greenpeace, Mariajo Caballero, que muy a su pesar se identificó con el mismísimo San Pedro, al negarse tres veces a responder si le parecía mejor El Algarrobico convertido por ellos en amasijo de cemento y hormigón abandonado que si no hubieran metido en él sus narices, es decir, que si se hubiera podido desarrollar como un espectacular hotel junto a la playa.

Ayer, vuelvo al principio, cuando al Coletavirus le preguntaron por su acoso y señalamiento a periodistas, respondió hablando de Soraya Díaz de Santamaría; y cuando le preguntaron por su espionaje a los datos personales de Dina, habló de Fernández Díaz. Pero ya no cuela, querido virus, ya no te compra nadie tus argumentos de párvulos. Has engañado durante un tiempo, pero se acabó. Y si no… pregunta en Galicia.

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