Jose Fernández | Sábado 01 de agosto de 2020
Nos gusta que nos mientan. Cuando la verdad es incómoda, de modo inconsciente buscamos un relato alternativo que pueda matizar ese malestar y, casi sin darnos cuenta, vamos colocando en nuestra cabeza las piezas de un mosaico que acaban dibujando una realidad que parezca aceptable aunque sea más falsa que la moneda de la copla. Ya lo escribió el enorme Rafael de León en esa estrofa que resume con más arte esto que digo: “Dime que me quieres, dímelo por Dios. Aunque no lo sientas, aunque sea mentira, pero dímelo.” Y yo no sé si el sinvergüenza de presidente que padecemos será un admirador de doña Concha Piquer, pero su trayectoria política parece escrita a compás de copas de aguardiente y manchados mostradores. ¿Hay algo en lo que su desastroso Gobierno no nos haya mentido? Mintieron al decir que era imposible conocer el riesgo. Mintieron al decir que el 8-M no tuvo incidencia en la propagación de la pandemia. Mintieron al decir que no había que usar mascarillas. Mintieron cuando dijeron que tenían test homologados. Han mentido en todas y cada una de sus comparecencias y, aunque todas esas mentiras significarían la inhabilitación social y la revuelta pública no sólo en los países de nuestro entorno, sino en la propia España si esas falsedades descubiertas vinieran de un gobierno de derechas, falta por señalar la peor y más grave mentira, que desnuda la catadura moral del gabinete que preside el Dr. Fraude: el número real de muertos por la pandemia, cuya ocultación es, además de un delito, la mayor muestra de desprecio e indignidad de un gobierno hacia los españoles.
Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Acaba de conocerse que el famoso “Comité de Expertos” al que continuamente hacían referencia el presidente y sus secuaces para explicar o justificar sus medidas jamás existió. ¡Se lo inventaron! Desde luego, no hay español vivo que haya conocido un gobierno más incapaz, más vacío y más embustero, y mira que el palmarés está bien disputado. Pero no estamos hasta una mentira más: el diario El Mundo recopila hoy las once veces en las que Sánchez y los suyos se apoyaron en este inexistente equipo de expertos para justificar las medidas que estaban adoptando. ¡Once veces! Once mentiras en atril y en directo ante los medios.
Es cierto que las estrategias del marketing explican que si vas a mentir para vender un producto, antes tienes que crear una historia seductora, que parezca auténtica y, sobre todo, que guste ser creída. Los padres españoles ponen en marcha ese mecanismo todas las noches de Reyes Magos de nuestra memoria y hemos crecido felices queriendo creer lo que nos decían nuestros mayores. Pero un gobierno no puede gestionarse con cuentos y realidades paralelas porque lo que ni tan siquiera hace falta perdonar a los padres te debe pasar una factura durísima cuanto haces eso desde el gobierno y demás te pillan. Ya ha pasado antes en España. Lo que se me escapa es la razón por la que ahora, ni tan siquiera la mentira desvelada es capaz de activar los mecanismos de rechazo mayoritario y frontal al gobierno más dañino de la democracia. Veremos qué se inventan este otoño, cuando la cruda realidad despierte la urgencia de unas necesidades que poco o nada se podrán calmar con relatos de emociones o estrategias de marketing.