Miscelánea

Las 5 mejores videntes de confianza buenas por teléfono

Jueves 03 de septiembre de 2020

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El tarot telefónico ha sufrido un boom en los últimos años, pero Mar Salom, Elena Saura y Alicia Estrada tienen algo que decirte sin preámbulos ni paños calientes: no todas las videntes que se anuncian son verdaderas. Es más, la mayoría no lo son.

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No todo el mundo gestiona las dudas ante el futuro de la misma manera. Hay personas que no pueden evitar anticiparse y sentir miedo, lo que puede provocar un problema a corto plazo. Y lo peor no es anticipar si eso implica planear e intentar estar preparados para lo que pueda venir, lo peor es anteponer solo lo negativo: genera ansiedad y no soluciona nada.

Intentando mermar esas sensaciones, son muchas las personas que recurren a las videntes y al tarot, una práctica que la humanidad realiza desde tiempos inmemoriales. Las palabras reconfortan porque arrojan luz, incluso sin estar escuchando aquello que queremos. Y con independencia de cuántas de las predicciones dadas se cumplan luego.

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Saber qué puede pasar genera calma, aunque es obvio que de un vidente se espera también un nivel de acierto que se pueda constatar a corto, medio e incluso largo plazo.

La respuesta está en Vidente.com

Detrás de vidente.com están las tres amigas que mencionábamos al principio: Mar Salom, Elena Saura y Alicia Estrada. Todas ellas se definen como videntes de nacimiento y aseguran tener varios años de experiencia a sus espaldas.

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Su proyecto común nace como consecuencia del hartazgo y desencanto que experimentaron tras su contacto con los call centers y los gabinetes, que han podido conocer de cerca. Lo que hay detrás, aseguran, no son videntes: son teleoperadoras con un discurso preparado y dispuestas a decir lo que la otra persona quiere oír.

Lo cierto es que el modus operandi ha cambiado a lo largo de la historia. Tenemos la imagen de un o una vidente esperando visitas en casas, cabañas o tiendas envueltas en un halo de misterio y llenas de trastos en un lugar alejado del núcleo urbano. Así lo hemos visto en series como “Vikingos” o “Juego de tronos”.

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Sin tener que recurrir a la ficción, las abuelas videntes de estas nuevas generaciones trabajaban en casa, en una camilla en la que también se sentaba el cliente que quería conocer su destino. Era una ambiente íntimo y familiar.

El sector ha pasado de eso a una nave con 50 o 60 teleoperadoras trabajando apiñadas, según explica Alicia Estrada. “En mi humilde opinión, una vidente de verdad no trabaja ahí”, asegura. Según su experiencia, quien realmente tiene el don y puede predecir no se presta a estar en esas condiciones.

Silva Santolaria, nacida entre videntes

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Silvia Santolaria también desecha por completo la idea del gabinete. Lleva 20 años en una ocupación que aprendió de su madre y de su abuela, y considera que es fundamental labrarse una buena reputación.

Ella nació se crió en un ambiente único en el que la clarividencia formaba parte de la rutina. Los clientes entraban y salían de su casa de forma constante, y guarda recuerdos del olor a aceites esenciales y la imagen de las cartas del tarot como sostén de sus vidas.

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Tiene la misma idea de los gabinetes: teleoperadores situados en pequeñas cabinas, muy próximos los unos a los otros y atendiendo llamadas que entran de manera incesante con la única intención de ganar más y más dinero.

“En estos gabinetes es imposible trabajar bien”, considera la vidente. Cree que el ruido es excesivo y no hay ni intimidad ni espacio suficiente para conectar con la otra persona y activar la visión. “Es muy posible que ninguno de sus empleados tenga el don de la clarividencia”.

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Entonces, ¿qué son? Tanto Santolaria como las amigas de Vidente.com lo tienen claro: no son más que charlatanes que indagan en la vida de las personas para tenerlas al teléfono tanto como sea posible y hacer que gasten grandes sumas de dinero.

Candela Ferrer, la cuarta generación de videntes

Su bisabuela, su abuela, su madre y ahora ella. Candela Ferrer tiene claro que ser vidente es algo con lo que se nace, y para llegar a ser buena hay que perfeccionar ese don de nacimiento.

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Lo habitual es que las videntes obtengan formación en el seno familiar, que sean las mujeres de la familia las que las guían en el dominio de las mancias y aleccionen sobre el tratamiento que deben dispensar al cliente. Y es que habitualmente llegan en una situación vulnerable.

Ella ofrece una solución contraria a eso de mantener al cliente al teléfono con idea de sacarle cuanto más dinero mejor: la videncia sin preguntas. “Solo quiero ayudarte, no sacarte información ni que pierdas el tiempo”, dice la vidente nacida en Sevilla pero afincada en Madrid.

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Todas ellas perciben el teléfono como una herramienta con la que llegar a más personas. Tanto este como las nuevas tecnologías han cambiado mucho la vida de las videntes, pero también han abierto la puerta a los charlatantes y estafadores. Hay que ir con pies de plomo.


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