Víctor Hernandez Bru | Martes 29 de septiembre de 2020
Se está poniendo la cosa muy interesante, como era previsible en cuanto abriéramos la caja de los truenos, con esa pocilga en la que se bañan señores que van desde los que han estado trincando durante décadas y pronto pasaron a poner a caer de un burro a quienes los mantenían, en cuanto les denegaron una de sus abusivas peticiones; y esos otros que, sin haber dado un palo al agua en sus vidas, poniendo la mano bajo la mesa de los partidos que son quienes los han mantenido con promesas de grandeza que nunca llegan pero que mientras los utilizan como perros de presa, ahora de tan fácil hábitat natural en las redes sociales.
Ya conté la semana pasada que, con el ‘revival’ del Caso Hispano Almería, que han vuelto a la palestra los señores de Aymat, ésos que llevan 24 denuncias ya archivadas y desestimadas contra Gabriel Amat, han conseguido colarle a El País sin que ningún juez haya dicho esta boca en mía ni haya presentado novedad alguna tras siete años de idas y venidas.
Y con ellos, Pepe Fernández, un tipo que ha ido coleccionando despidos en medios de comunicación, casualmente relacionados con relaciones rotas con quienes antes le otorgaban sustanciosas campañas publicitarias, justo cuando éstas dejaron de llegar. El tipo, ya lo conté, de absolutamente nula credibilidad, que llegó incluso a decir que una concejal del PP había abandonado el Ayuntamiento de Níjar por desavenencias con el alcalde por el caso Hispano Almería sin haber hablado jamás ni con ella ni con él. De la gravedad de la mentira, de la completa invención de la gilipollez en cuestión, fíjese el lector si estoy seguro que la edil no es ni más ni menos que mi mujer, que por aquel entonces tan sólo consensuó el adiós a la primera fila política con una persona, concretamente el arriba firmante. De la credibilidad de un tipo que se inventa de tal modo las noticias tan sólo puede dar cuentas el mítico ‘Chapahuevos’.
El señor se ha ofendido porque el otro día le di lo suyo y lo del inglés en la tertulia de Interalmería y ha venido a decir que me han faltado argumentos y sobrado descalificaciones. Se ve que con el que acabo de anotar no debe tener bastante.
En su defensa ha salido la ‘Banda del Mirlitón’, empezando por el portavoz de Izquierda Hundida en Roquetas, un argentino que ha venido a España a cambiarla, porque se ve que cambiar su país ya es imposible. Al amigo se le antoja que la Asociación de la Prensa debe intervenir para que algunos no demos nuestras opiniones libres en una tele municipal, como su amado líder cree que el Jefe del Estado no puede dar su opinión en público. Estos totalitarios son los que luego sangran a base de darse golpes en el pecho de la libertad.
Al coro de soplamingueces se han unido cuatro gatos más, entre ellos una concejal de Podemos ‘de Pitiminí’, que lleva un año chupando del bote de ese sistema que dice injusto e indigno, yendo por el Ayuntamiento lo mínimo indispensable y sin dar un palo al agua, que es lo mismo que ha hecho el resto de su vida; y el tal Juanfra Colomina, un sobador de lomo cósmico, que habla de historia sin haber leído un libro en su vida, que proclama el “exilio socialista” pero ignora lo que los socialistas hicieron con los burgueses, religiosos y propietarios en la República y la Guerra Civil y que si algún día quisiera aprender lo que es trabajar yo estaría dispuesto a emplear en él media hora, a ver si la aguanta; más que nada porque sigo que pensando que la vagancia congénita es reversible. Eso sí, lo único malo es que la pasta con la que se mantiene a todos esos maleantes sale, querido lector y oyente, de tus impuestos y de los míos, de tus madrugones y de los míos, de tu labor de partirte el lomo cada día trabajando y de la mía.
Por cierto, querido Pepe, insisto, coleccionista de despidos por el ‘trinconeo’ inmisericorde, hablas de mi perfil psicológico sin tener el valor de poner por escrito eso que has dicho en algún foro de pelotas redomados: se valiente y adjudícame el delito del que me acusas, que no estaría mal sacarte las tres pesetas que te quedan de patrimonio después de que te hayan echado hasta de la casa de empeños.