Opinión

Marketing político de los PGE

Rafael M. Martos | Miércoles 28 de octubre de 2020

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Menos mal que Pablo Iglesias es un hombre, lo que permite sin temor a acusaciones que desvíen el tiro, hablar de su imagen en la presentación del proyecto de Presupuestos Generales del Estado junto a Pedro Sánchez, porque estoy convencido de al saberse macho alfa, se acabaría hablando más de su traje que de las cuentas que ponían a consideración pública.

Esa incapacidad de Iglesias y señora, para lograr que se ponga ropa de su talla, probablemente buscaba que se hablara más de él, que de Sánchez, y más de él que de los presupuestos, y casi-casi, lo está consiguiendo.

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Y eso que los PGE están elaborados como una pieza de marketing político, que bajo el slogan de “que la crisis la paguen los ricos” oculta una realidad incuestionable, y es que la crisis la pagamos todos, todos.

Bajo ese revolucionario “que paguen los ricos”, el gobierno socialcomunista subirá el IRPF a las rentas más altas, lo que solo va a suponer 144 millones, y el impuestos de patrimonio, que reportará, dicen 329, aunque en este caso hay que apuntar que está transferidos a las Comunidades Autónomas, y en su inmensa mayoría no se aplica, y eso sin entrar en la injusticia que supone pagar impuestos extra por algo que ya es tuyo y cuyos impuestos ya pagaste al adquirirlo. Sí también se sube el impuesto de Sociedades, el que pagan las empresas, y con el que esperan recaudar 473 millones. Y a eso se añade la “tasa Google” que ni es una tasa, ni es a Google, y que es un impuesto a las empresas tecnológicas. Y sí, también un impuestos a los bancos, que se concreta en una tasa sobre las transacciones, y subida del impuesto del diésel, y a las bebidas azucaradas…

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Hay más impuestos nuevos y subidas de otros, pero como indicamos, es todo puro marketing para dar impresión de Gobierno progresista que va contra los ricos, contra los bancos, contra las malvadas empresas transnacionales, y que apuesta por ayudarte a tener una vida más saludable.

Pero lo que hay detrás es otra cosa, y seremos nosotros, la gente normal, quienes paguemos la factura de esta fiesta.

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Por ejemplo, a quien quiera digitalizar su empresa, ahora le saldrá más caro, y los productos que compres por internet, también lo serán, y las plataformas audiovisuales también subirán sus precios, y lo que pagas por la telefonía móvil y por los datos, también.

¿O es que, a caso, las empresas tecnológicas no van a revertir en el consumidor el incremento de impuestos?

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Lo mismo pasa con el diésel, que es el combustible que usan la mayoría de los autobuses, camiones y taxis, que revertirán en sus usuarios ese incremento de precio, mientras que los usuarios individuales tendremos que pagar más, en tanto que esos señores empresarios, esas grandes fortunas, y la veintena de coches oficiales que le pagamos a Podemos, no tendrán ningún problema, porque lo asumirán las cuentas públicas, o sea, nosotros, o las cuentas de empresa, que luego lo repercutirán como la factura que éstas nos cobren por sus servicios.

Igual ocurre con el impuesto a los bancos ¿pero de verdad alguien piensa que el banco no va recuperar ese dinero cobrándoselo al cliente? Los clientes somos nosotros, tanto el que tiene 100 euros, como el que tiene una gran fortuna, el que cobra 10.000 euros al año, como el que cobra 300.000… pero claro, en el bolsillo de uno y de otro, no duele lo mismo.

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Y qué decir del impuesto sobre las bebidas azucaradas, porque el Gobierno, en vez de bajar el impuesto de las no azucaradas, sube el de las azucaradas… pero también las de la versión sin azúcar… por nuestra salud, claro. Y hablando de comercios, resulta que impusieron un impuesto a las bolsas de plástico, y comenzamos a pagarlas en los supermercados, y ahora inventan un impuesto al plástico, un impuesto añadido a otro impuesto, y que también pagaremos todos.

Y por nuestra salud, pudiendo poner IVA cero a las mascarilla como Italia o Portugal, o al 4%, pues lo deja al 21%, porque así, la inmensa mayoría lo pagaremos, y al que no pueda, el Gobierno socialcomunista, se la regalará… y le estará eternamente agradecido con su voto.

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Quizá no sean unos presupuestos fachas, pero solo son fachada que oculta que solo el 10% de los futuros ingresos anunciados, los pagarán los ricos y las empresas, y como decimos, éstas lo revertirán siempre que puedan en nosotros, los clientes.

Es por tanto una fachada tan cutre como la del propio Iglesias trajeado.

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