Opinión

Probablemente sea un pato

Jose Fernández | Viernes 06 de noviembre de 2020




Seguramente alguna vez habrá escuchado o empleado el conocido test de razonamiento inductivo del pato. Se trata de una popular fórmula que te permite identificar un objeto o comportamiento desconocido al observar con atención sus características habituales. Es decir, que “si parece un pato, nada como un pato, y grazna como un pato, entonces probablemente sea un pato.” Esta idea sirve además para desmontar de un modo razonable (usar un bate de béisbol puede ser más rápido, pero también es mucho más aparatoso) los argumentos de los que, por la razón que sea, se resisten a admitir una evidencia.
Que España se encamina, de la mano del PSOE de Sánchez y PODEMOS, hacia un régimen autoritario que sustituya al modelo constitucional de 1978 es una evidencia. Algo palpable que solo puede ser negado desde el abrevadero gubernamental o desde la sobredosis ideológica, porque todas las señales apuntan, pluma a pluma, que la anátida palmípeda está pasando a nuestro lado y va haciendo CUA-CUA tiene muchas posibilidades de ser finalmente un pato.
Echemos una mirada. El gobierno de Pedro y Pablo quiere concentrar y absorber todos los poderes, teledirigiendo al Poder Judicial con una Fiscal General que hasta hace poco era casualmente la Ministra de Justicia y con una selección cuidadosa de magistrados afines que desmontan, una a una, todas las iniciativas judiciales que puedan incomodar al gobierno. Para que el Legislativo tampoco moleste, han reactivado por seis meses (de momento) un estado de alarma con excusa sanitaria que les permite tener cerrado el Parlamento hasta mayo, para evitar así que el presidente tenga que ir a dar explicaciones. Sin control parlamentario diario, es mucho más fácil ir adecuando el marco legal español a gusto de los socios políticos de Sánchez, que son una purria de enemigos de España que viven por y para su destrucción. Como prueba, la reciente e inquietante supresión del idioma español como lengua vehicular de la educación, lo que convierte a España en el único país del mundo en donde se habla español en el que este idioma no es su lengua oficial. Esto sí que es histórico de verdad, y no los presupuestos falsos y a la medida de los independentistas que ahora nos intenta vender el PSOE almeriense como una sensacional maravilla.
Con la gente a punto de volver a ser estabulada en sus casas, el Parlamento cerrado y los jueces vigilantes de que nadie moleste al Gobierno (ha sido imposible llevar a juicio ni al siniestro ministro Illa o al falsario Simón, a pesar de sus constantes y evidentes mentiras, con las que tanto han contribuido a propagar la pandemia y, por tanto, agravar sus daños) el gobierno anuncia una especie de Ministerio de la Verdad de corte orwelliano, para luchar contra lo que ellas y ellos llaman “desinformación”, pero que en realidad es discrepancia. Que en realidad es libertad. Y por eso quieren activar esta medida, porque están en contra de la libertad. De la suya y de la mía, porque no la soportan. Y así, el gobierno más mentiroso que hemos conocido los españoles vivos pretende ahora encapsular la verdad en los límites que puedan ir decidiendo, para situar así al resto de las opiniones en el fango de la duda, de la mentira o de la manipulación.
Por cierto, que cuando se ponga en marcha este organismo, bien que podrían empezar por el propio gobierno, con Sánchez a la cabeza, porque es difícil encontrar una trayectoria más llena de mentiras, intoxicaciones y manipulaciones, empezando por la falsa tesis del Dr. Fraude y terminando en la cifra real y aún no desvelada de muertos por la pandemia, el caso más infame de manipulación informativa de la historia de España.
Así que yo no tengo dudas: “si parece un pato, nada como un pato, y grazna como un pato, entonces probablemente sea un pato.” Y así lo seguiré diciendo en donde pueda y me dejen, al menos hasta que la Gestapo toque el timbre.

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